El pueblo de Tresana se caracteriza por la presencia de un majestuoso castillo, situado en una posición dominante sobre el valle, que siempre ha sido un baluarte de defensa inaccesible y fácilmente defendible, además de idóneo para controlar la carretera que conectaba el Valle di Magra inferior con el interior de Liguria.
Esta parte de Lunigiana, fue entregada en concesión a la familia Malaspina de Mulazzo en 1164 por el Emperador Federico Barbarroja, quien emprendió la construcción de una "turris sana " (torre muy sólida) justo cerca del acantilado: topónimo latino del que parece derivar el nombre de Tresana.
El castillo, como muchas otras casas solariegas de Lunigiana, ha pasado por varias fases de construcción: el núcleo original está representado por la poderosa torre cuadrangular, de unos veintisiete metros de altura, que data del año Mil. En el transcurso de los siglos sucesivos, el castillo ha sido ampliado, culminando con la adición de una gran torre de base circular.
Tresana y su castillo se convirtieron en feudo independiente en 1565 gracias al Emperador Maximiliano II, que concedió la investidura a Guglielmo Malaspina. El emperador concedió también al pequeño feudo el derecho a acuñar moneda, un privilegio particular reservado únicamente a otros dos marquesados: el de los Malaspina de Fosdinovo y aquel de los Cybo-Malaspina de Massa. Desgraciadamente, ya en 1588, la Ceca de Tresana se hizo famosa por la falsificación de monedas, incluidas aquellas del Estado Pontificio, lo que valió a Tresana y a su Marqués la excomunión del Papa Clemente VIII.
Siguió un periodo muy turbulento, en el que la población de Tresana tomó partido contra la familia Malaspina, hasta el punto de que el Marqués Iacopo, hermano del Marqués Guglielmo II, fue asesinado en 1650 por un arcabuzazo mientras subía por una de las escaleras exteriores del Castillo.
Más tarde, el feudo fue ocupado por los Españoles, que lo vendieron a los Príncipes Corsini de Florencia en 1660, y de nuevo conquistado en 1797 por los franceses tras Napoleón. Tras la derrota de este último y el Congreso de Viena, el Castillo de Tresana volvió a manos de los Príncipes Corsini, que lo vendieron al Sr. Luigi Rossi en 1856, conservando el título nobiliario de Marqués de Tresana.
Hasta no hace muchos años, el castillo se encontraba en un estado precario. Afortunadamente, en 2009, la "Fundación Defendente Maneschi" lo adquirió y comenzó las obras de renovación que afectaron a la mayor parte del núcleo histórico. Devuelto a su antiguo esplendor, el Castillo puede visitarse actualmente con cita previa.
Además, al pie de la roca sobre la cual se alza el Castillo, en el edificio que antaño se utilizaba como hospedería para los peregrinos de la Vía Francígena, quienes buscaban protección y alojamiento a la sombra del majestuoso Castillo, se ha habilitado una estructura donde los huéspedes tienen libre acceso a los sugestivos espacios exteriores del Castillo.