El Acueducto Leopoldino, también conocido como Acueducto de Colognole, fue ideado para satisfacer las crecientes necesidades de agua de la ciudad de Livorno y de su puerto. La llegada de los barcos y sus tripulaciones requerían cantidades que superaban las utilizadas por los habitantes.
Iniciado por el Gran Duque Ferdinando III a finales del siglo XVIII, el acueducto fue completado por Leopoldo II. El trabajo inicial fue realizado por el florentino Giuseppe Salvetti, quien ideó un recorrido a través de las colinas que llegaban hasta Livorno partiendo desde Colognole, donde se encontraban los manantiales. Después, debido a la muerte de Salvetti, fue el arquitecto Calocchieri quien tuvo la tarea de terminar la estructura. De esta forma, la obra primero fue dirigida por Ranieri Zocchi y luego por Pasquale Poccianti. Fue el mismo Poccianti quien se encargó también de la construcción de las tres grandes cisternas (el Cisternino de Pian di Rota, el Cisternone y el Cisternino de la ciudad), destinadas a filtrar y depurar el agua destinada a la ciudad.
El Cisternone, que puede albergar once mil metros cúbicos de agua, sigue en uso y representa un valioso ejemplo de arquitectura neoclásica en Italia: su cúpula artesanal, de hecho, recuerda claramente aquella del Panteón de Roma. En cambio, el Cisternino de la ciudad nunca ha sido puesto en funcionamiento, pero por otra parte hoy, gracias a una remodelación, está estructurado para acoger iniciativas y eventos culturales.
Todo el recorrido del acueducto tiene una longitud de casi dieciocho kilómetros y está formado por imponentes arcos, túneles y edificaciones que se integran armoniosamente en la vegetación de las colinas de Livorno. Fue Poggianti quien pensó en el trazado como una especie de itinerario funcional y panorámico al mismo tiempo.