Castillo de Lusuolo

El pueblo de Lusuolo es un ejemplo típico de asentamiento desarrollado a lo largo de una única calle que sigue la parte posterior de la colina, cuyo punto más alto está dominado por el castillo. El núcleo habitado tiene una forma rectangular, cuyos extremos, únicas entradas al pueblo, están protegidos por poderosos recintos amurallados.

De la iglesia del pueblo se tienen noticias que datan del 1187, registradas en los papeles del Capítulo de Luni y en el privilegio de Gregorio VIII como dependencia de la cercana Parroquia de Vico, hoy Parroquia de San Martino di Castevoli.

Originalmente perteneciente al feudo de Corrado, el antiguo Marqués de Mulazzo, el castillo pasó a ser autónomo y residencia de los Marqueses gracias a Azzone Malaspina: de esta época datan las estructuras más antiguas de la fortificación.

Hacia mediados del Siglo XV, fue parcialmente demolido por los Campofregoso y en el siglo sucesivo, debido a la rivalidad entre Florencia, Génova y Milán por el control de Lunigiana, fue cedido por los Malaspina al Gran Ducado de Toscana. Este momento marcó el inicio de una importante ampliación estructural: de castillo medieval, la mansión se transformó en una auténtica residencia, acompañada de la consolidación y actualización de las estructuras defensivas.

Después, tras la anexión de Pontremoli al Gran Ducado de Toscana a finales del Sglo XVII, Lusuolo perdió su función estratégica y fue progresivamente desmantelado y desmilitarizado. En el Siglo XX fue adquirido por la familia Porrini que, tras los daños causados por el terremoto de 1920, lo vendió al Estado.

Sin embargo, gracias a las obras de restauración y renovación  iniciadas a finales del siglo pasado, se han descubierto los esplendores del majestuoso castillo que recuerdan su importante pasado: los salones interiores, la cocina con su grande chimenea y horno, las caballerizas al aire libre, la capilla de los soldados, los aposentos de los bombarderos y el piso noble con los dormitorios de los Marqueses.

Además, desde la grande terraza y el camino de ronda, es posible admirar el sugestivo panorama circundante, con la vista que abarca desde la cresta de los Apeninos hasta el fondo del valle.

Desde 2004, algunas salas del castillo albergan el Museo de la Emigración de la Gente de Toscana que, a través de fotografías, documentos y recuerdos, narra las historias de quienes tuvieron que partir "hacia tierras muy lejanas" en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.

Las fotografías recuerdan la difícil situación de los emigrantes, pero también el éxito de quienes hicieron fortuna en el nuevo continente: un ejemplo son los libreros de Montereggio, cuyas editoriales y librerías siguen funcionando en Estados Unidos de América y Argentina.