La Catedral del Santísimo Salvador, Duomo de Montalcino, se levanta donde antaño estuvo la parroquia románica del mismo nombre, que había sido construida alrededor del año 1000 y fue elevada a catedral en 1462 por Pío II. El tamaño del edificio se destaca en la distancia, y es un punto de referencia del casco antiguo de la aldea, así como el castillo.
Más allá de la pureza de las líneas exteriores neoclásicas, brillantes e impecables, es en su interior donde se esconden los tesoros más preciados.
En el primer altar se encuentra el cuadro de la Inmaculada Concepción con Jesús y Dios Padre, fechado en 1588, obra maestra de la actividad juvenil de Francesco Vanni, pintor manierista de Siena de gran prestigio. En el altar opuesto también se encuentra una obra juvenil de este artista, la pintura de San Juan Bautista en el desierto.
En la Capilla del Sufragio se puede apreciar la pintura, de la escuela de Siena del siglo XVI, con San Miguel Arcángel expulsando a los ángeles rebeldes del Paraíso, mientras que en la sacristía se puede admirar la pintura de Francesco Nasini que representa a la Virgen Asunta entre ángeles con los santos Hipólito Obispo y Cipriano mártir (1647), encargada por Ippolito Senesi para el altar de San Hipólito y San Antonio, luego demolido.