El Ponte della Maddalena, conocido como Puente del Diablo, es una de las construcciones más originales de toda Toscana y se encuentra en Borgo a Mozzano, en el Valle del Serchio.
Su singular perfil, con el gran arco de medio punto flanqueado por tres arcos más pequeños, ha inspirado a muchos artistas y ha hecho que surgieran leyendas sobre su construcción.
Su aspecto esbelto, que aún impresiona a quienes lo admiran, debió de ser aún más llamativo en el pasado, cuando aún no se había construido el dique que, tras la Segunda Guerra Mundial, elevó el nivel del agua cerca del puente.
Según la leyenda, el puente fue construido por San Julián que, al no poder completarlo por la excesiva dificultad, pidió ayuda al mismísimo diablo, prometiéndole a cambio el alma del primer ser vivo que lo hubiera atravesado. Una vez terminado el puente, San Julián arrojó un trozo de pan sobre él, atrayendo a un perro y burlándose así de Satanás.
La información histórica sobre la construcción del puente es escasa. Nicolao Tegrimi, en su biografía de Castruccio Castracani, atribuye su construcción a Matilde di Canossa (1046-1125) e informa de una restauración por parte de Castruccio Castracani (1281-1328). Según otras hipótesis, durante el gobierno de Castruccio los arcos menores del puente se construyeron de albañilería, sustituyendo a las anteriores estructuras de madera.
Esto explicaría la diferencia entre los arcos mayor y aquellos menores, y también la diversa pendiente de la carretera en el lado izquierdo del puente, construido a partir del arco preexistente.