La Iglesia Santa Julia es un pequeño y antiguo edificio religioso situado en el centro histórico de Lucca -no lejos de la famosa Torre Guinigi- cuyos orígenes se remontan a la época longobarda. Los primeros registros son de alrededor del Siglo X, cuando la iglesia, probablemente privada, fue donada al obispado; sin embargo, los enterramientos encontrados en su interior atestiguan su existencia ya en la primera mitad del Siglo VII.
El edificio tiene una sobria fachada de estilo románico, con influencias góticas póstumas. Reconstruida en terracota en el Siglo XIII, la iglesia fue recubierta de mármol durante el Siglo XIV y terminada por Coluccio di Collo. Tres arcos, dos de los cuales son ciegos, decoran el muro frontal, mientras que la única puerta está coronada por un ajimez. Además de las columnas que delimitan el arco central, las únicas decoraciones son las pequeñas esculturas situadas en los arcos laterales, que representan cabezas de mujeres con cuellos alargados; la de la derecha, caracterizada por dos trenzas, podría ser la representación de Santa Julia, tal como se la representaba en el culto longobardo.
En el interior, el altar mayor data del Siglo XVII, cuando fue reconstruido para albergar un precioso crucifijo, que ahora se conserva en la Catedral San Martino.
La veneración de la mártir Julia tuvo uno de sus primeros centros en Lucca, gracias a la devoción del pueblo de los Longobardos.
Hoy en día, su culto se conmemora también en el Camino de Santa Julia, un itinerario que atraviesa tres regiones y la ciudad de Lucca, rememorando el viaje realizado por las reliquias de la santa, trasladadas desde la Isla de Gorgona hasta Brescia en la segunda mitad del Siglo XIII a instancias de Ansa, reina y esposa del rey longobardo Desiderio.