La historia de Altopascio y de sus murallas sigue de la mano de la evolución edilicia y política del Hospital y del constante aumento del número de peregrinos que llegan al territorio de Altopascio a través de la Vía Francígena.
Las murallas que abrazan el pueblo, fundado en la segunda mitad del Siglo XI, han sido remodeladas a lo largo de los siglos, ampliadas y modificadas hasta integrarse con las casas y convertirse en un organismo único con el propio pueblo, incorporando gran parte de él. Una impresionante sección del lado norte del pueblo aún es claramente visible, donde todavía se pueden ver las hendidiras originales de las ballestas.
Originalmente, las fuertes murallas, junto con el Hospital, la Torre Campanaria y la Iglesia San Jacopo, tenían el aspecto de una pequeña fortaleza. La primera fortificación se habría construido en la época de la fundación del Hospital (Domus Hospitalis Sancti Iacobi de Altopassu), que tuvo lugar a lo largo de un camino muy transitado. Sucesivamente, se abrieron varias puertas para facilitar el flujo de peregrinos: la Fiorentina o Porta Osteria (hoy Porta Vettori), la Pesciatina o Porta del Mulino (hoy Porta Mariani), Porta Ospedalieri, Porta de la Torre Campanaria o Porta del Campanile (posteriormente demolida), Porta del Padule y Porta del Giardino. Además, las entradas estaban dispuestas para ser defendidas por otras tantas torres, todas ellas incorporadas a los edificios excepto la Torre del Campanario, que aún conserva el antiguo símbolo de los Caballeros de Tau tallado en una piedra del muro exterior.
Una curiosidad sobre Porta Mariani: se llamaba Porta Pesciatina o Porta del Mulino porque conducía al molino y al camino de Pescia. El molino era propiedad del Hospital, y se alimentaba de un sistema de agua que la extraía del pequeño Lago de Sibolla, actual Reserva Natural del Lago de Sibolla, y de Pescia de Collodi.