En Lunigiana, hasta hace unas décadas, el tiempo estaba marcado por las estaciones agrícolas y las cosechas: trigo de verano, castañas de otoño, siembra de invierno, floración de primavera y así, año tras año.
En un mundo que cambia rápidamente, las pruebas de este pasado se recogen en un museo dedicado a la civilización rural: el Museo Etnográfico de Lunigiana.
El Museo relata un mundo que ahora parece lejano y distante, pero que sigue vivo en la tradición y la memoria de los habitantes de Lunigiana, con historias y anécdotas transmitidas de generación en generación: un patrimonio inmaterial que merece ser preservado.
Situado en el antiguo molino en las afueras del pueblo de Villafranca en Lunigiana, a lo largo de la Vía Francigena, el museo se creó en 1977 gracias a la investigación etnográfica y antropológica de la Asociación Cultural "Manfredo Giuliani", reconstruyendo la vida cotidiana en Lunigiana, prácticamente inalterada, desde la Edad Media hasta nuestros días.
En el pasado, el molino era un lugar comunitario para los ciudadanos: la estructura, que data del siglo XVI, se utilizó como molino hasta la década de 1930: ¡los molinos de agua originales, alimentados por el cercano arroyo Bagnone, siguen en pie!
Las tres muelas, hechas de tres piedras distintas, se utilizaban para producir harinas diferentes: la arenisca se usaba para las castañas, la piedra azul para el maíz y el basalto para el trigo.
Los rituales y procedimientos relacionados con la agricultura, el secado de castañas, el almacenamiento de harina, la cría de animales, la producción de queso, la pesca y la artesanía se relatan desde las instalaciones del antiguo molino.
Al conservar y exponer objetos aparentemente sencillos -utilizados por los campesinos para antiguos oficios-, el museo permite a los visitantes realizar un verdadero viaje en el tiempo, desde el descubrimiento de los amuletos de la fertilidad, pasando por la ruidosa "raganelle" utilizada para llamar a misa durante la Semana Santa, hasta la historia de las famosas cunas de madera de haya, como la cuna de Bratto.
Además de los objetos de artesanía, también es posible descubrir el trabajo doméstico: en la sala superior se ha reconstruido una cocina típica de Lunigiana y también se expone un gran telar, con las antiguas "puestas de papel" y los esquemas para el tejido.