Plaza Santissima Annunziata, se encuentra en el centro histórico de Florencia, a pocos pasos de la Catedral; y es una joya del Renacimiento a la cual se asoman espléndidos edificios de la época, iniciando de la Iglesia Santissima Annunziata, llamada así porque conserva una pintura que representa una Anunciación, antaño era objeto de culto para los peregrinos.
En un lado de la plaza se encuentra el Spedale de los Inocentes, una obra neorrenacentista de Brunelleschi (1419) y el primer orfanato de Europa. Los armoniosos arcos en las columnas esbeltas, decoradas con figuras de terracota esmaltadas con putos elaborados por los talleres de los Robbia, forman un elegante pórtico.
En la parte opuesta se encuentra la Confraternidad de los Siervos de Maria, un edificio realizado en el 1525 por Antonio Sangallo el Vecchio y por Baccio d’Agnolo como imitación de la logia de Brunelleschi.
En el centro de la plaza está situada la estatua ecuestre del Gran Duque Ferdinando I, obra de Giambologna, y dos fuentes de bronce de estilo barroco, obra de Pietro Tacca, que delinean la perfecta simetría de la plaza. En la parte posterior del pedestal de su estatua, Ferdinando hizo colocar un símbolo de su propio "logro": una abeja reina rodeada por una miríada de abejas, todas mirando hacia ella, representando así a él mismo al centro del Gran Ducado y el pueblo trabajador que construye a su alrededor. Las abejas están colocadas en circunferencias semicirculares y escalonadas, por lo que es muy difícil contarlas sin confundirse, hasta el punto de que una leyenda urbana dice que es imposible hacerlo (¡en realidad son 91!).
Aquella de las abejas no es la única curiosidad que te encuentras paseando por la plaza.
Bajo el pórtico del Spedale de los Inocentes hay una ventana enrejada, lo que queda de la antigua "rueda" donde antaño las madres indigentes o en apuros abandonaban a sus recién nacidos. A menudo se ataban al cuello de los pequeños cintas de colores, medallas, trozos de tela o botones, que las monjas guardaban entonces celosamente como señal de reconocimiento del niño, por si la madre decidía un día volverlo a buscar. Muchos de estos objetos se exponen ahora en el Museo de los Inocentes, que recorre la historia del Instituto y preserva su patrimonio artístico.
En el segundo piso del elegante Palacio Budini Gattai, en el extremo sur de la plaza, se puede observar otra rareza: una ventana que siempre permanece abierta porque, según la leyenda, por ella aparece el fantasma de una joven esposa que aún espera el regreso de su marido de la guerra.