La Porta Bifora o Gibelina (llamada Bacarelli en la Edad Media) se encuentra en Cortona y fue denominada así porque en la época etrusca (primera mitad del Siglo II a.C.) tenía una entrada de doble arco.
En el interior de la puerta hay dos piezas de mampostería perpendiculares a su eje, mientras que en el exterior hay una superficie plana de forma cuadrada compuesta por bloques escuadrados bastante grandes, varias piedras y argamasa, que podría haber servido de cimientos para una torre.
El descubrimiento de dos pequeñas estatuas de bronce votivas etruscas (Siglo III a.C.) que representan a Culsans y Selvans, cerca de la puerta, atestigua la función sagrada que tenía la doble abertura: en efecto, las aberturas se utilizaban, respectivamente y según ritos y reglas precisos, para entrar y salir de la ciudad, y cada una de las dos divinidades estaba colocada para proteger su propio arco.
Durante muchos años, la situación permaneció inalterada, pero entre los Siglos V y VI d.C. se tapó el acceso oriental; hacia el año Mil, se introdujeron cambios significativos en la puerta y sus alrededores.
Según la tradición oral, a través de esta puerta, el 2 de febrero de 1258, los Gibelinos de Arezzo junto con los Güelfos exiliados de Cortona habrían entrado con engaños en la ciudad, invadiéndola; quizás por este motivo, cuando se reconstruyó el recinto amurallado, la puerta fue cerrada.