Atravesada por la Vía Francígena, Siena ha sido siempre un punto de referencia para viajeros y peregrinos, al igual que el Santuario Casa de Santa Caterina, situado en la zona de Fontebranda.
El complejo está situado en el territorio que antiguamente se dedicaba a la elaboración de la lana. Aquí, en la primera mitad del Siglo XIV, se alquiló una casa al padre de Caterina, el tintorero Jacopo Benincasa, como almacén para teñir las telas y como hogar para su numerosa familia. Y precisamente la casa ha sido transformada en el gran santuario que vemos hoy, con varios pórticos, logias, iglesias y oratorios construidos en distintas épocas.
Se accede al Santuario a través del Pórtico Comuni d’Italia, construido en el 1939 para celebrar la proclamación de Santa Caterina como Patrona de Italia, para llegar a su corazón, es decir, la Iglesia del Crucifijo donde se conserva el crucifijo de madera del cual Santa Caterina recibió los estigmas en el 1375.
Tampoco hay que perderse el Oratorio de la Cocina, construido sobre la cocina de la familia Benincasa, con los restos del antiguo hogar donde Caterina se cayó durante uno de sus éxtasis, permaneciendo milagrosamente ilesa, y el Oratorio de la Cámara, que incluye el pequeño cubículo donde solía rezar y descansar, y donde aún es visible la piedra sobre la que solía apoyar la cabeza.