Santuario Santa Maria delle Grazie al Calcinaio
La iglesia de Cortona representa una de las mejores síntesis de los espacios arquitectónicos renacentistas
Cuenta la leyenda que el domingo de Pascua de 1484, una imagen de la Virgen y el Niño, pintada en la pared donde había una tina utilizada para curtir el cuero -llamada horno de cal por la cal viva utilizada con este fin-, comenzó a hacer milagros. Este icono, venerado como sagrado, sigue visible en el altar mayor del Santuario Santa Maria delle Grazie al Calcinaio, en Cortona.
Ante el auge del culto a la efigie, el gremio de los Zapateros, propietario de la curtiembre, decidió erigir un "templo sagrado", en un lugar que planteaba grandes dificultades a las técnicas constructivas de la época, debido a la escarpada orografía y a la presencia de un arroyo.
El arquitecto Francesco di Giorgio Martini aceptó el encargo y diseñó el proyecto en 1484. La obra comenzó en 1485, y ya en 1525 el exterior de la iglesia era como lo vemos hoy.
Martini lo diseñó aplicando estrictamente los principios arquitectónicos renacentistas de proporción y perspectiva. La originalidad global del espacio logra convertirlo en uno de los mejores ejemplos de síntesis de la arquitectura renacentista.
El exterior da la impresión de un imponente bloque que anuncia la racionalidad del interior. Las superficies están jalonadas por líneas horizontales y verticales, molduras y pilares, y las ventanas con hastiales les dan movimiento. Las pinturas de las capillas están inspiradas en la iconografía mariana: de la Ascensión a la Anunciación, de la Inmaculada Concepción, pasando por los retratos de la Virgen y de los Santos. En el tercer altar de la izquierda hay un retablo del florentino Jacone (datable hacia 1530), que representa a la Virgen en el trono y al Niño con San Juan Evangelista, Santo Tomás de Canterbury (patrono del gremio de los Zapateros), San Roque y San Juan Bautista. Un hermoso vitral de Guillaume de Marcillat (1516) decora el óculo de la contrafachada.
