La Villa Medici de la Petraia, a pocos kilómetros de Florencia, que fue refugio de los Medici fuera de la ciudad, sigue fascinando al visitante por el hermoso jardín italiano que la rodea y por sus interiores ricamente decorados, del que aún se puede admirar gran parte del mobiliario de la época.
El antiguo castillo, ya existente en el 1362, después de varios cambios de propiedad, pasó a los Medici a su regreso a Florencia en el 1530. Regalado por Cosimo I a su hijo, el Cardenal Ferdinando, en el 1568, fue ampliado y transformado en villa por iniciativa de este último, que se convirtió en Gran Duque de Toscana a la muerte de su hermano Francesco I (1587). A esta reorganización arquitectónica general por parte de Buontalenti, debido a Davide Fortini, se añadieron elementos decorativos y pinturas murales.
Destacan los dos espléndidos ciclos de frescos: el de Cosimo Daddi, que narra las Proezas de Goffredo di Buglione en la conquista de Jerusalén, y el de Baldassarre Franceschini, llamado el "Volterrano", con episodios de las Proezas de los Medici, que constituye uno de los vértices expresivos de la pintura florentina de principios del siglo XVII.
La famosa escultura de bronce de Giambologna que representa a Venus-Fiorenza, que completó la fuente que una vez estuvo ubicada en el jardín, está ahora colocada en el interior para asegurar su conservación.
Los jardines son maravillosos, divididos en tres niveles para aprovechar la pendiente de las colinas: desde la terraza más alta se puede disfrutar de una vista única de Florencia y de la Cúpula de Brunelleschi, mientras en el Piano della Figurina se encuentra la Fuente de Fiorenza, en la que también trabajó Giambologna, y por último, en el lado norte, se puede pasear por el parque inglés, construido con un estilo romántico típico de la primera mitad del siglo XIX.
Informaciones sobre la accesibilidad: feelflorence.it