Probablemente conocido desde la época romana, las aguas termales de Bagni di Lucca adquirieron gran renombre en el siglo XI, en tiempos de la condesa Matilde di Canossa, hasta convertirse, en el siglo XIX, en uno de los balnearios más distinguido de Europa.
Bagni di Lucca era una verdadera meta de grupos selectos del turismo europeo antes de que el auge costero nos hiciera olvidar este rincón de Lucca, que los ingleses llamaban la "Suiza de Toscana". Los anglosajones fueron los primeros en descubrir Bagni di Lucca y las propiedades terapéuticas de sus aguas, amándola hasta el punto de transformarla en una pequeña segunda patria.
De hecho, Bagni di Lucca se convirtió -y aún hoy se pueden ver rastros de esa brillante explosión británica- en un lugar de encuentro exclusivo para la nobleza y los diplomáticos de toda Europa, acreditados en la corte de Lucca y el Gran ducado de Toscana, y destino de ilustres invitados, como los poetas Byron, Shelley, Lever, Giusti, Monti. Luego, en el siglo XX, fue visitado también por otros personajes famosos como Carducci, Pascoli y Montale; escritores como Dumas, músicos como Strauss, Listz, Paganini, Puccini, Mascagni; políticos y gobernantes como las napoleónicas, la reina Margarita, D'Azeglio, Galeazzo Ciano; religiosos como San Luigi Gonzaga, Santa Gemma Galgani, e incluso por papas como Sixto IV y V.