A lo largo de los años, numerosos artistas se han alojado en este pueblo y han tomado la costumbre de dejar una señal de su paso. Casoli se ha convertido poco a poco en el pueblo de los grafitis: la mejor manera de admirarlo es con un paseo por las tranquilas callejuelas, observando algunas de las huellas de estos artistas y de los panoramas del paisaje circundante. Uno se encuentra con obras que inmortalizan escenas de la vida cotidiana o personajes locales, o incluso mitos como el grafito de la Odisea y el que representa a Narciso reflejándose en las aguas. Este último se encuentra no muy lejos del centro histórico, en la parte baja del pueblo, dentro de un antiguo lavadero.
Las paredes de todo el pueblo están decoradas en tonos rojos, amarillos y tierra, con los que se realizaron principalmente los grafitis, conocidos como esgrafiados. El proceso que lleva a su creación requiere precisión y meticulosidad: se utiliza piedra arenisca, cal coloreada y polvo de metal, en una técnica equilibrada entre el arte y la artesanía.