Son las hileras de viñas las que guían la mirada bajando las colinas cuando se admira el paisaje de Rufina. Interrumpen esta visual ordenada, a la cual participan también los olivos, las vastas extensiones de campaña, con la magia que crea el trigo, cambiando su color de semana en semana. En efecto, Rufina es desde hace siglosla tierra del vino por excelencia: ya en el 1716, Cosimo III de los Medici la nombró oficialmente como una de las cuatro zonas toscanas que producían vinos preciados.
De vez en cuando, siguiendo con la mirada los altos cipreses, se encuentran villas, granjas y castillos, que en su día fueron las residencias de las nobles familias florentinas.