Santa Luce se encuentra en el interior de la Costa Etrusca, un paisaje que inspiró a los pintores Macchiaioli, un paisaje cuya fuerza y vitalidad aún se puede percibir hoy en día.
Por ejemplo, el Oasis de Santa Luce es la demostración de que la naturaleza, a veces y afortunadamente, supera al hombre. Este enorme lago surgió artificialmente de un dique, luego la vegetación lo convirtió en un lugar acogedor para todas aquellas aves migratorias que se detienen allí durante su largo viaje hacia África. Hoy en día es una reserva natural y una parada ineludible para todos los visitantes, que pueden admirar la naturaleza y aprovechar el centro de visitantes y los laboratorios didácticos.
En los últimos años, a los campos cultivados y los bosques, perfectos para los paseos familiares, se ha unido el espectáculo de los campos de lavanda, gracias a un proyecto de reconversión de los campos de trigo que volvió de un maravilloso violeta esta zona de Toscana.
Un escenario que también se presta a la contemplación, al silencio. No es casualidad que en el pueblo de Pomaia, ha surgido ya hace muchos años el Instituto Lama Tzong Khapa, uno de los centros budistas más importantes de Europa, donde se reúnen para retiros de meditación, seminarios o, simplemente, para tomar una taza de té.
Entre los monumentos que no hay que perderse, la Parroquia Santa Luce, de origen románico, es una de las más antiguas de la zona y alberga una terracota de Robbia.
Para completar este viaje un poco místico, hablemos del pueblo deshabitado de Monteforti, con su leyenda de la Virgen, que, milagrosamente, fue vista llevando agua en una cesta de mimbre perforada.
En resumen, Santa Luce es un territorio misterioso en el que es más natural susurrar en vez de hablar.