¿El menú de Pascua perfecto? La tradición dice que cada región tiene sus propias recetas, pero no suelen faltar las hortalizas tempranas de primavera y segundos platos a base de cordero.
En Toscana valen las mismas reglas, con comidas tradicionales y ricos que satisfacen a todos los paladares.
Estas son las imprescindibles de la mesa de Pascua, para un almuerzo inolvidable y vivaz.
En cuanto a los aperitivos, no pueden faltar los picatostes negros, una auténtica exquicitez de la tradición toscana.
Realizados con hígados de pollo, alcaparras y una mezcla de hierbas, son perfectos para cualquier ocasión.
Si el almuerzo es informal, se puede optar por rebanadas de pan tostado que se prepararán directamente en la mesa, pero si se trata de una ocasión más elegante, los picatostes se pueden servir en una bandeja ya preparados.
De sabor envolvente y delicado, los gnudi son una primera comoda de la tradición campesina.
El nombre lo dice todo: se llaman así porque son literalmente el relleno de los raviolis, pero sin la masa alrededor.
De hecho, la masa tiene esta forma, desnuda -o gnudo, como dicen en Toscana- y se cuece en agua hirviendo.
Sólo se necesitan unos pocos ingredientes para cocinarlos, pero para obtener un rendimiento óptimo las materias primas -espinacas, requesón y mantequilla- deben ser de la mejor calidad.
Y después de una primera comida tan elegante, nuestro paladar está listo para algo explosivo: el buglione de cordero es un guiso rico y espeso, cocinado lentamente al fuego con una simple ramita de romero y unos dientes de ajo, medio vaso de vino, tomates y hierbas frescas recién recogidas.
En algunas zonas de Maremma -la tierra de origen del buglione- se sirve como sopa, acompañada de rebanadas de pan tostado.
El sabor decidido de esta receta es perfecto para un almuerzo realmente inolvidable.
La schiacciata de Pascua es un pastel dulce con levadura que tarda mucho tiempo en prepararse; cada zona de Toscana reivindica su propia receta, de hecho, dependiendo de la zona, cambian las especias y los sabores.
Para los más golosos, la combinación más apreciada es con el chocolate del huevo de Pascua, pero también se puede comer sola, quizás mojada en un buen Vin Santo.