No sólo los ricciarelli de Siena, la schiacciata florentina o el Buccellato de Lucca: hay muchos dulces tradicionales toscanos, a menudo ligados al mundo rural, a costumbres ancestrales y a ingredientes sencillos.
¡Hoy les proponemos un tour goloso para descubrir 4 dulces toscanos realmente originales y llenos de sabor!
La tarta ricciolina es un dulce típico de Abbadia San Salvatore que sólo puede degustarse en este pueblo de la vertiente sienesa del Monte Amiata.
Según la historia popular, este dessert fue inventado a principios del siglo XX por un pastelero local que decidió retomar la receta homónima de Pellegrino Artusi: el resultado es un cofre de masa de hojaldre relleno de crema de chocolate y frutos secos, coronado con suave merengue abigarrado. ¡El resultado es realmente delicioso y sorprendente!
Otro dulce realmente delicioso procede de la provincia de Lucca, donde, con motivo de la Epifanía, se llevan a la mesa los Befanini. Cada familia, desde la Garfagnana hasta la Versilia, tiene su propia receta de estas coloridas galletas de formas variadas.
Es una preparación sencilla pero muy sabrosa y perfecta para hacer con los niños, que se divertirán decorando las galletas.
En Lunigiana hay un dulce muy especial: el Amor de Pontremoli, cuya receta se ha transmitido durante generaciones en algunas pastelerías históricas del pueblo y nunca se ha desvelado del todo.
La historia de estas galletas es muy especial: al parecer, fue un pastelero suizo, Maurizio Steckli, quien las trajo a estas montañas entre Toscana y Liguria a principios del siglo XX.
Un corazón suave y cremoso encerrado entre dos crujientes barquillos, ¡una explosión de sabor que conquistará a todos!
Antiguo dulce sienés, las copate son un postre elaborado con almendras, azúcar y clara de huevo.
Aunque el origen del nombre no está claro, parece que fueron inventadas por las monjas de Montecelso, que decidieron hacer más sabrosas las obleas añadiéndoles miel; fue entonces cuando un monje mezcló azúcar, miel y nueces para crear el nuevo y sabroso relleno que, en 1700, se enriqueció también con cacao, dando lugar a las "copate nere".