En la Costa Etrusca el tiempo se dilata, invitándonos a hacer una pausa en el frenético ritmo de la vida cotidiana. Bastan unos pocos días para regenerarse entre los aromas del matorral mediterráneo, el aire salino y la belleza del paisaje.
Aquí podrás explorar restos de antiguas civilizaciones, pequeños pueblos encaramados en las laderas de las colinas y calas bañadas por un mar cristalino, y encontrar una profunda sensación de paz interior en un ambiente de relajación total.
Las termas siempre han sido un punto de referencia para quienes buscan momentos de bienestar. En este territorio los manantiales termales son conocidos y apreciados desde la antigüedad por la calidad de sus aguas, que brotan entre bosques y pinares. El poder terapéutico del mar también ofrece experiencias únicas de relajación en el interior de una gruta de talasoterapia con vistas a la playa.
La Costa Etrusca es un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza: largas playas de arena, bahías escondidas y senderos que serpentean entre bosques salvajes y fragantes pinares ofrecen infinitas posibilidades para pasear, hacer excursiones y actividades al aire libre.
A un paso del mar o inmersos en las verdes colinas los pueblos de este territorio son auténticas joyas ricas en historia e identidad. Caminando a paso lento por sus callejuelas, podrán admirar antiguas murallas, nobles palacios y pintorescas plazas. Pasar unos días en estos lugares impregnados de memoria le pondrá en contacto con un pasado antiguo que sigue vivo en el presente.
Durante los meses de verano, eventos y manifestaciones crean una atmósfera lúdica y divertida; durante los meses más fríos, pequeños restaurantes, bodegas y bares de aperitivos ofrecen degustaciones de productos locales y excelentes vinos combinados con recetas tradicionales.
La Costa Etrusca ofrece una experiencia de bienestar integral. Además de las termas, la naturaleza y el ritmo pausado de los pueblos medievales, podrán mimarse con: