Una concentración de la Toscana en un solo pueblo: San Miniato - pero también su campiña adyacente- representa todo lo bello y bueno de nuestro territorio. Entre estrechas calles de piedra y pintorescas plazas, aún conserva tesoros arquitectónicos de épocas pasadas. El Sistema de Museos, de hecho, consiste en un rico itinerario por toda la ciudad. Comenzamos por el Conservatorio di Santa Chiara, una estructura fundada en el siglo XIII en cuyo interior aún pueden admirarse obras maestras pictóricas de Ludovico Cardi, conocido como Cigoli, y la Cruz de Deodato Orlandi.
Continuando nuestro viaje por el arte, nos encontramos con la Academia de Euteleti, en el Palazzo Migliorati. Aquí se conservan textos antiguos, así como la máscara mortuoria de Napoleón Bonaparte y memorias pertenecientes a la familia noble. El Oratorio de Loretino, en cambio, data del siglo XIII y está decorado con un maravilloso altar de madera firmado por Francesco Lanfranchi, conocido como Spillo. Encima del mismo, uno se queda con la boca abierta al contemplar los frescos de la Sala delle Sette Virtù (Sala de las Siete Virtudes), actual sede del ayuntamiento.
Terminamos nuestro recorrido con el Museo Diocesano y la Rocca, protagonista indiscutible de toda la zona, testimonio del paso de Federico II de Svevia. Más allá del aspecto histórico y cultural, hay otras buenas razones para visitar San Miniato. Intentaré resumirlos todos en 5 puntos:
