Gabriele D'Annunzio definió a Volterra "ciudad de viento y de piedra calcárea", describiendo en pocas palabras su doble alma: etérea, impalpable e inexplicable por un lado, extremadamente corpórea y concreta por otro. Estos dos aspectos coexisten armoniosamente en un único material, consagrado al suelo de Volterra desde tiempos inmemoriales:el alabastro. Esta piedra, reflejo del doble aspecto de la ciudad Etrusca, es de hecho, en apariencia, tan poderosa como el mármol, pero su naturaleza calcárea la hace extremadamente frágil. Quienes saben manejar con esmero tanta delicadeza son los escultores, los artesanos que aún hoy dan forma a la roca y la transforman en los objetos más variados.
Hete aquí 5 pasos útiles para acercarte al mundo de estos demiurgos modernos.
Antes de tocar con la mano aquella que, por su transparencia, es llamada la piedra de la luz, se puede iniciar a respirar la magia en el Ecomuseo del Alabastro. Siguiendo un recorrido que corre por la línea del tiempo, se podrá partir de los exordios de la elaboración (de la cual los Etruscos son protagonistas indiscutibles), hasta contemplar la maestría de los artesanos actuales, que se distinguen con obras grandiosas, como la reproducción de la Torre de Pisa de 2,5 metros que ha dado la vuelta al mundo.
Después de haber hojeado como en un libro la historia del alabastro en el Ecomuseo, llega el momento de ver realmente algunas piezas notables de esta piedra casi sagrada. Los Etruscos, de hecho, vincularon este material al mundo de ultratumba y lo utilizaron para fabricar urnas cinerarias ricamente decoradas que hoy se conservan en el Museo Guarnacci de Volterra.
También se pueden encontrar objetos interesantes en el Palazzo Viti, residencia del comerciante del Siglo XIX que hizo conocer el negocio de Volterra hasta en Asia. En particular, en la residencia histórica hay dos grandes candelabros encargados por el emperador Maximiliano de Habsburgo y una rara mesa de alabastro endurecido.
Antaño, Volterra era una alfombra de huellas blancas que los artesanos dejaban en las calles al desplazarse por la ciudad. Hoy en día, los talleres auténticos son escasos, pero aún se pueden encontrar trabajadores apasionados que dedican sus días a esculpir, ornamentar y tornear fantasiosas obras de arte. La sugerencia es abrir los ojos y verlos crear: es la única forma real de entender el trabajo duro, la habilidad y el valor de este oficio.
Ser un escultor de alabastro es una forma de vida: los artesanos han dado lugar a una comunidad basada en este trabajo, que funciona con valores comunes muy fuertes, hechos de apoyo mutuo, ideales antifascistas y a menudo anarquistas, pero también una buena propensión a la diversión y las bromas. Desde hace unos años, se ha recuperado la Fiesta de San Lucas, patrón de los escultores de alabastro, un agradable pretexto para ofrecer iniciativas como exposiciones, espectáculos, lecturas y sabrosos almuerzos.
El personaje del escultor de alabastro, bonachón y amante de la mesa, no podía dejar de crear una ocasión de diversión y convivencia incluso en el día del trabajador. A primera hora de la mañana, aún hoy, los habitantes de Volterra mantienen la tradición de los callos el 1° de mayo, que se comen estrictamente en clubes y trattorias, con legumbres, queso pecorino y anchoas para acompañarlos. Una botella de vino tinto sella el "desayuno" perfecto.