La presencia judía en Toscana es muy antigua y está documentada desde la época medieval temprana. Incluso antes del periodo de los Medici, encontramos documentación de banqueros judíos y, sucesivamente, también de médicos y boticarios judíos domiciliados en Florencia, ciudad que históricamente representaba uno de los principales lugares de congregación.
Hacemos un viaje a través de la historia difícil de la presencia judía en Toscana, a veces favorecida y a veces contrariada por los Medici.
La importancia de la comunidad judía creció con el establecimiento de los bancos de préstamos concedidos por Cosimo il Vecchio. La apertura de los bancos fue acompañada por el traslado de numerosos prestadores, junto con sus familias, a Florencia. Residían, en particular, al otro lado del río Arno, en el barrio de Santo Spirito y en las inmediaciones de Ponte Vecchio. En aquella época, los judíos estaban obligados a llevar un distintivo de color amarillo.
Tras la muerte de Lorenzo de Medici, aumentaron la intolerancia y la hostilidad hacia los judíos. A finales del Siglo XV se instituyó un Monte de Pietà y se cerraron los bancos judíos con la orden de expulsar a los judíos, pero como esta institución no lograba satisfacer las demandas de la población, a menudo se readmitía a los prestamistas y se reabrían sus bancos, de forma intermitente y según las necesidades del Ducado.
A pesar de que Cosimo I de Medici protegió a los judíos de la Inquisición, fue bajo su mandato cuando comenzó la marginación, con la creciente presión del papado. Su postura contra los judíos y los heréticos favoreció en modo decisivo su coronación como Gran Duque de Toscana por el Papa Pío V.
El gueto de Florencia estaba situado en el cuadrilátero que hoy forman la Piazza della Repubblica, Via Roma, Via dei Pecori y Via Brunelleschi. Cosimo I de Medici encargó a Bernardo Buontalenti la reorganización de los espacios urbanos, cerrando callejones y erigiendo murallas con sólo dos puertas que se cerraban por la noche y de las cuales nadie podía salir. Sólo a unas pocas familias de prestamistas adineradas se les concedió el privilegio de seguir viviendo fuera del gueto. Los guetos de Florencia y Siena albergaron a casi todos los judíos de Toscana, los demás fueron expulsados.
En 1848, con la emancipación, se abolió la residencia coactiva, y la mayoría de las familias judías de mejor posición social se trasladaron a otros lugares, especialmente al nuevo barrio de Mattonaia, donde se construyó la nueva Sinagoga o Templo Israelita. Hoy no queda nada del gueto, ni siquiera en la toponimia.
En Florencia, es posible visitar tanto la Sinagoga con su museo judío -que expone fotografías, objetos ceremoniales y una reconstrucción plástica del gueto- como el monumental cementerio judío en viale Ariosto, justo fuera de las murallas. Este cementerio permaneció en uso hasta 1870, cuando se abrió uno nuevo en la zona Rifredi.
El gueto de Siena fue establecido por Cosimo I de Medici en 1571, un año después de aquel de Florencia. Correspondía a una ciudad en la ciudad, detrás de la Plaza del Campo, comprendida entre Via del Salicotto y Via San Martino, y cortada por callejuelas y callejones paralelos. A pesar de las limitaciones y las fuertes restricciones, la comunidad judía de Siena llegó a tener 400 miembros y sus esfuerzos contribuyeron significativamente al crecimiento económico y cultural de la ciudad.
En 1799, los franceses que ocupaban Siena concedieron a los judíos la ciudadanía con pleno derecho pero esto desencadenó una violenta revuelta que provocó la destrucción parcial del gueto y el asesinato de 19 judíos, muchos de los cuales fueron quemados vivos en la Plaza del Campo. Una placa conmemora este trágico evento que marcó el inicio del declive de la presencia de la comunidad judía en Siena.
En Via delle Scotte nº 14 aún se encuentra la Sinagoga y en Vicolo del Luparello estaban las escuelas y las diversas cofradías. La Sinagoga se inauguró en 1786 y sigue siendo el centro de culto de la comunidad local, además de uno de los pocos ejemplos de Rococó y Neoclasicismo en Toscana.
En Via degli Archi se erigía la fuente del gueto, probablemente obra de Jacopo della Quercia, hoy conservada en el Museo del Municipio. Algunas zonas aún son reconocibles, pero gran parte del área fue reformada con la renovación urbana de 1935.
Si nos trasladamos a la costa toscana, lugares como Livorno y Pisa han vivido positivamente la presencia de los judíos en los ámbitos económico y manufacturero.
En el Siglo XVI se estableció la Ley Livornina con el objetivo de aumentar el comercio en el naciente puerto de Livorno. Esta ley, redactada por Ferdinando I de Medici, favoreció el asentamiento de comunidades judías en la ciudad de Livorno, ya que concedía a los judíos, en aquel tiempo perseguidos en todos los territorios sometidos a España, la libertad de practicar su culto. Fue así que la ciudad comenzó a acoger una gran comunidad judía que estableció diversas actividades, también en el ámbito artesanal con la elaboración del coral.
En Livorno, se pueden visitar con cita previa tanto el Cementerio Monumental como el Museo Judío, ubicado en un edificio utilizado como lugar de culto después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, una serie de bombardeos provocaron la destrucción de la importante Sinagoga que daba a Via Grande. El museo conserva objetos preciosos que adornaban la Sinagoga y que llegaron hasta Livorno gracias al comercio con Venecia, Holanda y el norte de África. Por desgracia, las piezas más antiguas y prestigiosas se han perdido, pero algunas de aquellas que se conservan muestran una factura muy preciada.
Como consecuencia de las leyes raciales , fueron más de un centenar los judíos de Livorno deportados, entregados a los nazis por los fascistas italianos por denuncia o a partir de listas elaboradas por la Jefatura de Policía. Fueron poquísimos, menos de diez, aquellos que sobrevivieron.
En la actualidad, una nueva Sinagoga de la década de 1960 se alza sobre los restos de la que fue demolida durante la Segunda Guerra Mundial.
Las Leyes Livornine otorgaban considerables privilegios a los judíos que deseaban trasladarse a Livorno, pero también a Pisa. Las libertades religiosa, personales y comerciales atrajeron a los dos centros en cuestión una oleada de inmigrantes, compuesta no sólo por comerciantes, sino también por fabricantes, sobre todo del sector textil. En Pisa se atestiguan 500 judíos en 1615, número que luego se redujo a la mitad debido a la peste y creció considerablemente entre los Siglos XVIII y XIX.
Los lugares de Pisa vinculados a la historia judía son la actual Plaza de los Caballeros, donde probablemente en el pasado hubo una Sinagoga, y el Palacio da Scorno, en el Lungarno Galilei, que siempre se utilizó como lugar de culto.
La actual Sinagoga es la sede de la comunidad judía desde finales del Siglo XVI.
El actual Cementerio Judío, visible desde las murallas medievales que bordean la Plaza del Duomo, está activo desde 1674 y fue precedido por otros tres cementerios de los que sólo quedan algunos vestigios epigráficos en las murallas.
En la época feudal, la comunidad judía se refugió en Pitigliano, ocupando la parte sur del pueblo, la actual Via Zuccarelli, donde en 1622 se ubicó el gueto con la Sinagoga, las tiendas y los talleres artesanales.
El condado de Pitigliano y Sorano, dominado por la familia Orsini, permitió acoger a numerosas familias expulsadas por el Estado Pontificio.
Tras una larga guetización bajo el dominio de los Medici (más de cien años), fueron los Lorena quienes trajeron vientos de cambio: nuevas leyes permitieron a los judíos comerciar y consagraron su igualdad con los demás súbditos, sentando las bases de un renacimiento económico y de la integración entre los habitantes. Aquí como en otros lugares, el Siglo XIX fue el periodo de oro, muchos se trasladaron a Livorno en busca de mayor fortuna. Después, la deportación nazi-fascista acabó con la comunidad.
Hoy en Pitigliano se puede visitar el corazón de la llamada Pequeña Jerusalén de Maremma, formada por el gueto, el horno de pan ácimo, el antiguo cementerio y también el Museo de la Cultura Judía, ubicado en el edificio que fue el primer lugar de culto y de estudio judío. La actual Sinagoga se construyó sobre ella en 1598, resultó dañada por el derrumbe de una roca de toba en los años sesenta y fue restaurada en los años noventa.
Sorano también fue sede de una importante comunidad. Puedes pasear por las calles de lo que fue el antiguo barrio judío y ver el único vestigio que queda, o bien, la puerta del gueto.
En Maremma de Grosseto se puede degustar el sfratto, típico de Pitigliano y Sorano: es un dulce judío tradicional elaborado con nueces y miel.
El Museo de la Deportación de Prato se encuentra en Figline di Prato, el lugar donde los nazis ahorcaron a 29 partisanos de la brigada Bogardo Buricchi el 6 de septiembre de 1944. El recorrido por el museo lleva a los visitantes a un viaje simbólico dentro de un lager a través de material fotográfico y objetos que se utilizaron en los campos de concentración nazis.
En ciudades como Florencia, Lucca y Pistoia, casi 700 judíos fueron perseguidos y detenidos. Centenares de personas fueron deportadas a campos de concentración, principalmente por denuncias anónimas y colaboraciones con la Policía. Afortunadamente, muchos judíos se salvaron escondiéndose, huyendo al sur de Toscana o a Suiza (fuente: museodelladeportazione.it).
El 27 de enero es el Día de la Memoria y Toscana participa de corazóncada año en este aniversario internacional con eventos destinados a no olvidar a las víctimas del Holocausto.