Antiguo camino que durante siglos ha conectado Europa Central y Oriental con Roma, pasando por 7 estados a lo largo de unos 1.300 km, la Vía Romea Strata atraviesa el territorio toscano, entre fe, historia, naturaleza y bellos paisajes.
El recorrido sube por la Montaña de Pistoia, pasa por Cutigliano, desciende hacia Pistoia y continúa por Montalbano, Vinci, hasta llegar al valle del Arno, Fucecchio y San Miniato, donde se reencuentra con la Vía Francígena.
En Toscana, a lo largo de unos 110 km, el itinerario se superpone a la antigua Vía Nonantolana y puede realizarse en seis días de camino, descubriendo paisajes de los Apeninos, ciudades, pueblos, la campiña toscana, lugares llenos de panoramas naturales y perlas históricas y de obras artísticas de especial importancia.
Los pueblos del Apenino de esta zona, además de conservar recuerdos históricos arraigados en la antigüedad, conservan testimonios de fe y de arte. En primer lugar, el pueblo de Cutigliano, con el encantador Palacio de los Capitanes de la Montaña y la Iglesia San Bartolomeo, un sobrio lugar de culto (reconstruido tras un incendio) que acoge un pequeño grande tesoro de arte sacro, como la Circuncisión del pintor de Valdarno, Giovanni da San Giovanni, obra de 1620, y el Nacimiento de la Virgen de Nicodemo Ferrucci, nacido en Fiesole. Otras obras, como las terracotas de la Robbia, pueden admirarse en la Parroquia de Santa Maria Assunta de Lizzano.
El tramo urbano de la Vía Romea Strata recorre las principales iglesias desde el centro histórico hasta la sugestiva Catedral de San Zeno y el cipo de San Jacopo. La Catedral de Pistoia domina una de las plazas más bellas de Italia y esconde verdaderos tesoros artísticos en su interior; empezando por una obra maestra de la alta orfebrería, el Altar de San Jacopo, realizado en plata por los mejores orfebres de la época medieval.
Las naves presentan numerosas obras, como el Crucifijo pintado sobre madera por Coppo di Marcovaldo, uno de los pintores toscanos más importantes del Siglo XIII, y la fachada está decorada por la mano de Andrea della Robbia.
Atravesando Montalbano, entre olivares y campos cultivados, se llega a las tierras vinculadas a Leonardo da Vinci. La casa natal del genio en Anchiano, la Iglesia Santa Croce donde fue bautizado, el Museo de Leonardo con la reconstrucción de sus obras y las exposiciones de arte contemporáneoconstituyen un interesante itinerario entre arte, ciencia e historia.
Rodeado de sinuosas colinas, el histórico pueblo de Cerreto Guidi alberga en su corazón una espléndida Villa de los Medici. Esta residencia aristocrática, declarada Patrimonio de la Humanidad, conserva frescos decorativos del periodo neoclásico, pinturas medievales y del Siglo XVIII, hermosos muebles y objetos de arte italianos y orientales. Además, cerca de la villa se encuentra también la Parroquia de San Leonardo, que custodia obras de Giovanni della Robbia y Giambologna.
Al llegar a Valdarno Inferiore, se atraviesa Fucecchio, antiguo cruce de numerosos caminos medievales, donde se cruza la Vía Francígena, y se ve el pueblo de San Miniato como la sucesiva etapa. El complejo del Palacio Corsini, la antigua Abadía de San Salvatore y la Colegiata de San Giovanni Battista albergan diversas obras de arte, mientras que en la patria toscana de la trufa blanca, San Miniato, además de los majestuosos edificios históricos -la Fortaleza de Federico II y la Torre de Matilde-, es la Catedral de Santa Maria Assunta y San Genesio la que acoge pinturas y esculturas que no hay que perderse, como los frescos de Bamberini que adornan las capillas del sufragio, así como un valioso órgano de tubos.