La época del Renacimiento en Toscana coincide con el apogeo del poder florentino y con el establecimiento de la familia Medici, cuyo dominio fue uno de los factores fundamentales del extraordinario florecimiento de la cultura y de las artes figurativas. El progreso del Humanismo, la revalorización de la figura central del hombre, en el pensamiento y en la práctica, determinará una revolución en lo que se refiere a la creatividad, arquitectura, escultura y pintura.
El estudio de las proporciones y armonías visuales, la aproximación geométrica al estándar de belleza clásico, en respuesta al estilo gótico imperante, lleva a una nueva dimensión, advirtiendo un cambio profundo tanto en el escenario italiano como en el europeo.
Aunque la profundidad espacial ya se puede percibir en las obras de Giotto (1267-1337) y Ambrogio Lorenzetti (1290-1348) debido a su brillante intuición, el genio que inventó la perspectiva fue Filippo Brunelleschi (1377-1446). Entre los grandes artistas de la época, en una Florencia que se había convertido en un laboratorio de experiencias multidisciplinarias, el nombre Brunelleschi para la arquitectura emerge por el maravilloso diseño del "cupolone" en la Iglesia Santa Maria del Fiore, la cúpula de la Catedral. La gran cúpula que domina el horizonte florentino fue construida con ladrillos en espiga para que pueda ser una estructura de auto-soporte y expansiva con una técnica sorprendentemente moderna.
Una de las primeras obras del Renacimiento de Brunelleschi se encuentra en la Plaza Santissima Annunziata: el Hospital de los Inocentes es el primer orfanato en Europa, construido en el 1419. Los armoniosos arcos sobre las esbeltas columnas, adornadas con azulejos de terracota vidriada con querubines modelados en el taller de della Robbia, crean un elegante pórtico. Ahora el edificio es la sede de un hermoso museo para las familias.
Cuando se habla de escultura, hay que mencionar a Donatello (1386-1466) y a su David de bronce en el Museo Bargello, una mezcla verdaderamente original de elecciones estilísticas góticas y renacentistas. Por primera vez ,después del Imperio Romano, podemos ver una estatua "en forma redonda" separada por cualquier elemento arquitectónico: es una obra de arte en sí misma. También el mensaje de David es muy fuerte, ya que es símbolo del triunfo de las virtudes cívicas y de la razón sobre la brutalidad.
En la Capilla de Brancacci se pueden admirar las majestuosas figuras en los frescos de Masaccio (1401-1428), creados con una perspectiva y un realismo tan rígido que a menudo se le incluye en textos fundamentales sobre la pintura florentina de principios del Renacimiento. La Expulsión del Jardín del Edén y el Pago del Tributo en la pared izquierda son considerados emblemáticos si se comparan con las obras de Masolino que se encuentran en las cercanías.
En Florencia hay muchas capillas, imperdibles por la belleza de los frescos renacentistas: visitando la Iglesia Santa Trinità, en la Capilla Sassetti, se pueden admirar las Historias de San Francesco y en Santa Maria Novella, en la Capilla Tornabuoni, las Escenas de la Virgen Maria y la vida de San Giovanni Battista, todas ellas realizadas por Domenico Ghirlandaio (1448-1494).
Uno de los símbolos del Renacimiento es la Primavera de Botticelli (1445-1510). Aunque parezca más "gótico tardío" en su estilo, el espíritu de la pintura es evidentemente "renaciente": la exaltación de la belleza como vehículo del amor, visto como el renacimiento de la naturaleza y de la vida. Si deseas verlo, puedes visitar los Uffizi.
En el siglo XVI, el dominio de los Papas trasladó la atención de Florencia a Roma - debido a cuestiones políticas y económicas - pero muchos artistas siguieron trabajando en la cuna del Renacimiento, como Vasari, Michelangelo, Raffaello, Leonardo da Vinci y Benvenuto Cellini, por mencionar sólo algunos.
En Toscana, entre los numerosos logros del Renacimiento, se encuentra la planificación de Pienza (conocido en la antigüedad como Corsignano) en la impresionante Val d'Orcia (Siena). Esta ciudad fue construida siguiendo el plan humanista de Pio II Piccolomini, interpretado por Bernardo Rossellino (1409 - 1464), uno de los numerosos artistas y arquitectos desconocidos que contribuyeron a la difusión del arte toscano por toda Europa. En sólo cuatro años, desde el 1459 hasta el 1462, desarrolló el aspecto armonioso y característico del siglo XIV de lo que se convertiría en Pienza, la Ciudad Ideal "nacida de un pensamiento de amor y un sueño de belleza" como el poeta Giovanni Pascoli escribirá en el siglo XIX.