Una maraña de antiguas callejuelas, viejos muros y banderas que se elevan sobre los edificios en un encanto de colores: Siena, ciudad de palios y contradas, conserva aún su trazado urbano medieval y ofrece pintorescas vistas en las que perderse e inspirarse.
Un paseo pie es la mejor manera de visitar el centro histórico y respirar la atmósfera mágica que sólo una ciudad con un pasado glorioso como Siena puede ofrecer.
Uno de los símbolos más conocidos de Siena, la Plaza del Campo es el corazón de Siena.
Con su característica forma de concha, está dividida en nueve segmentos en recuerdo de los Nueve Señores que gobernaron a finales del Siglo XIII.
El Campo -llamado así porque antiguamente era un espacio verde donde se montaba el mercado- es hoy el salón de la ciudad y la arena al aire libre donde se corre el Palio dos veces al año.
Algunos de los monumentos más importantes de Siena dan a la plaza: el Palacio Público, la Torre del Mangia y la espléndida Fuente Gaia, copia del Siglo XIX que reproduce la fuente original esculpida por Jacopo della Quercia en el Siglo XV.
El alma de Siena y de los sieneses, el Palio es una de las carreras de caballos más conocidas de Italia.
Desde 1633, año en que se corrió el primer Palio, el evento ha sido durante siglos una competición entre los distritos de la ciudad de Siena, las contradas.
Consiste en dar tres vueltas a la Plaza del Campo, cubierta de toba para la ocasión: gana el caballo, con o sin jinete, que complete, primero que los demás, las tres vueltas.
Hay dos fechas para el Palio, el 2 de julio y el 16 de agosto, pero en Siena la vida de contrada se percibe todo el año gracias a eventos, festivales y celebraciones.
Estar en medio de la plaza los días de la carrera es una experiencia realmente emocionante, aunque agotadora, tanto por el calor como por la gran cantidad de gente presente.
El Palacio Público de Siena, junto con la imponente Torre del Mangia, domina la Plaza del Campo.
Construido entre 1297 y 1310, fue la residencia de la Señoría y del Podestá y aún hoy simboliza el poder político, ya que es la sede del Ayuntamiento.
La Torre del Mangia se añadió en el Siglo XIV, y con sus 87 metros es la tercera torre más alta de Italia.
Para disfrutar de un panorama único que abarca desde el centro de Siena hasta las colinas circundantes, puedes subir a lo alto de la Torre -los escalones son más de 300- y admirar un espectáculo realmente único.
Museo que recoge más de 1.000 años de historia de Siena, el de Santa Maria della Scala parte de la época etrusca y romana, pasa por la Edad Media y llega hasta el Renacimiento.
El museo se distribuye en varios niveles: en la planta baja, los visitantes pueden admirar los vestigios de la época dorada como antiguo y gran hospital para los peregrinos que atravesaban la Vía Francígena, donde se encuentra la extraordinaria Sala del Peregrino, con frescos del Siglo XV en los que también trabajó Domenico di Bartolo.
Descendiendo al piso inferior llegamos a la Corticella, dominada por el Granero medieval donde se conservan las estatuas originales esculpidas por Jacopo della Quercia para la Fuente Gaia.
Desde Corticella se desciende a los túneles, auténticos laberintos donde se encuentra el Museo Arqueológico Nacional.
Una de las catedrales románico-góticas más majestuosas de Italia, la Catedral de Santa Maria Assunta fue consagrada en 1179 en presencia del Papa sienés Alejandro III, pero las obras continuaron durante otros dos siglos. Giovanni Pisano también trabajó en la fachada.
En 1317 se inició la ampliación de toda la estructura, pero desgraciadamente - debido a la peste de 1348, que provocó una drástica reducción de la población - las obras se interrumpieron y hoy pueden verse vestigios del ambicioso proyecto en los restos de las columnas y la grande fachada inacabada.
Toda la catedral es un tesoro, empezando por el púlpito de Nicola Pisano y cuatro esculturas tempranas de Michelangelo.
Sin embargo, la obra maestra de la catedral sigue siendo el pavimento, una alfombra de mármol diseñada por maestros renacentistas. Normalmente cubierto para protegerlo del desgaste del tiempo, se hace totalmente visible durante unos meses al año, desde mediados de agosto, después del Palio de Assunta, hasta octubre.
La Pinacoteca Nacional es la colección más importante del mundo de pinturas de la escuela sienesa, sobre todo refiriéndonos a aquella de los Siglos XIV y XV.
Obras de Duccio di Buoninsegna, Simone Martini y Ambrogio Lorenzetti son algunos de los grandes maestros que alberga el museo.
El Palacio Chigi Saracini es la sede de la antigua institución musical sienesa de la Academia Chigiana: un espacio intemporal en el que aún hoy se organizan cursos de perfeccionamiento para los músicos.
En el palacio también se encuentra el Museo de Instrumentos Musicales, una notable colección que incluye el excepcional clavicordio construido en 1515 por Vincentius , hasta la fecha el instrumento de este tipo más antiguo del mundo.
El programa de conciertos y eventos es realmente rico y recibe a artistas del más alto nivel internacional; puedes consultar el programa en la página web de Chigiana.
Un oasis verde en pleno centro histórico: el Jardín de Pecci se encuentra a unos cientos de metros de la Plaza del Campo y es un rincón de campaña que siempre deja sin aliento.
Su historia también es peculiar, de hecho, antiguamente lo atravesaban los condenados que pasaban por debajo de Porta Giustizia para ser ejecutados. Con el paso de los siglos, se incorporó al Hospital Psiquiátrico y fue el lugar donde los internos cultivaban sus campos y huertos para sus necesidades alimenticias de verduras, frutas y animales de granja.
Hoy es un espacio devuelto a la ciudad donde pasar un momento de relax y descubrir la reconstrucción de un jardín urbano medieval.
Los antiguos acueductos de Siena pasan como un laberinto por el subsuelo de la ciudad: son los Bottini, una red de acueductos subterráneos de más de 25 kilómetros de longitud que aún alimentan las fuentes históricas de la ciudad.
El nombre deriva de buctinus, término utilizado por primera vez en 1226 para indicar las bóvedas de cañón que caracterizan a estas galerías.
Adecuadamente acompañados, ahora es posible caminar por estos túneles donde el agua de lluvia fluye hasta llegar a los manantiales.
La reserva es obligatoria, se recomienda llevar calzado cerrado y antideslizante, ropa adecuada para temperaturas frías y una linterna.
El espectáculo es realmente sugestivo y merece la pena adentrarse en los Bottini para apreciar Siena antigua e inédita.
Como toda la cocina toscana, aquella sienesa tiene sus raíces en la tradición: pocos ingredientes pero muy versátiles y sabores ancestrales que traen recuerdos de las viejas y humeantes cocinas campesinas.
Empezando por los pici - un tipo especial de pasta hecha a mano como espaguetis grandes y gruesos -, pasando por los embutidos de Cinta Senese hasta llegar a los famosos y sabrosos postres a base de frutos secos y especias, Siena tampoco defrauda en términos culinarios.
La ciudad ofrece numerosas posadas y trattorias donde degustar platos típicos, así como muchos restaurantes que ofrecen modernas revisitaciones de los platos tradicionales, sin olvidar las tiendas y panaderías donde, durante todo el año, se pueden degustar ricciarelli, panforte y pan co'santi.