La llegada del verano trae consigo el deseo de dejar los centros urbanos y trasladarse a otras latitudes donde buscar un poco de frescura. La Montaña Amiata, con sus parques naturales, bosques frondosos y pequeños pueblos que se encuentran a unos 1738 m de altura, siempre ha sido una meta favorita del verano toscano.
De hecho, desde el siglo XVIII, con la llegada del verano, las comunidades que habitaban Maremma emigraban hacia las montañas y el interior, dando vida a un fenómeno de larga duración que tomó - y conserva aún hoy - el nombre de "estatatura".
Sin embargo, la razón principal de este éxodo anual es muy diferente de la simple búsqueda de un lugar de vacaciones: en esa época la llanura de Maremma era una zona parcialmente pantanosa, donde en verano aparecía la malaria. Escapar de la enfermedad fue la razón principal para buscar refugio en las alturas de Amiata.
Actualmente, elverano en la Montaña Amiata ya no está vinculado a la idea de un lugar para refugiarse, sino más bien a la oportunidad de adentrarse en este pulmón verde en Toscana, donde los castaños seculares se refugian del calor, mientras que en el bosque de hayas más grande de Europa hay recorridos e itinerarios para todos los gustos, en los que se puede hacer senderismo, correr o experimentar laorientación, el "deporte de los bosques".
Los numerosos refugios rodeados de verdor y de bosques tranquilos son lugares ideales para descansar después de explorar las múltiples facetas de la montaña, desde las antiguas fortalezas medievales al mundo subterráneo de los manantiales, grutas y viejas minas.
Pero la Montaña Amiata también transmite espiritualidad: en tiempos pasados fue una montaña sagrada para los Etruscos por sus frondosos bosques y la cumbre que parecía unirse al cielo, hoy en día alberga numerosos sitios de interés histórico y cultural, como la pequeña Iglesia Ermicciolo que está situada sobre las fuentes del Vivo, la cripta única en su estilo de Abbadia San Salvatore o la comunidad tibetana de Merigar.
Vivir la "estatatura" hoy en día significa visitar un lugar verde y próspero, que vive de la fuerza de la naturaleza y de las tradiciones, animado también por los numerosos acontecimientos que caracterizan el verano de Amiata.