Entramos en pleno verano y sube la temperatura: ¿qué hacer para escapar del calor abrasador de la ciudad? Desde la clásica escapada a la montaña hasta visitas a museos en la costa, he aquí cinco ideas para un itinerario anti-calor entre las bellezas de la Toscana.
Toboganes para todos los gustos, zonas de juego y piscinas aptas tanto para adultos como para niños: los parques acuáticos siguen figurando entre los lugares favoritos de quienes buscan relajación y esparcimiento en una sola solución.
La Costa Etrusca cuenta con dos de ellos - en Cecina y Follonica - donde, entre las diversas atracciones, también hay un tobogán sensorial: un multipista de 18 metros de altura que estimula los cinco sentidos a través de recorridos adrenalínicos y relajantes.
También en el litoral pisano no falta la diversión: en Tirrenia, a dos pasos del mar y de un fresco pinar, se pueden pasar agradables jornadas entre toboganes, piscinas y espectáculos con animadores para grandes y pequeños.
Una opción decididamente más relajante, pero al mismo tiempo apta para toda la familia: desde Lunigiana hasta Amiata hay muchos bosques y pueblos maravillosos donde refrescarse.
Para un fin de semana realmente refrescante, nada mejor que la Garfagnana, donde se puede experimentar la emoción de descender a 75 metros de profundidad en el corazón de los Alpes Apuanos gracias a la Gruta del Viento, un tesoro subterráneo donde la temperatura es siempre de 10 grados. Se puede terminar el día disfrutando de las delicias del territorio.
Si, por el contrario, prefieren un destino más espiritual, un viaje al Santuario de La Verna es ideal: aquí, rodeado por el hermoso bosque del Casentino, podrán disfrutar de la naturaleza, saborear el estilo de vida de los monjes y descubrir los productos de la antigua farmacia.
Una excursión al mar es ideal para refrescarse: más de 600 kilómetros de costa y algunas de las playas más bellas de Italia (y galardonadas con la Bandera Azul).
Pasar unas horas en las calas más fascinantes, como Buca delle Fate - en la Costa Etrusca, entre Piombino y Populonia - o Cala Violina - en el corazón de la Maremma, en la reserva natural de Scarlino - es la solución ideal para quienes buscan aguas transparentes y naturaleza salvaje.
Si se encuentran en la Isla de Elba, tendrán donde elegir: desde extensiones de arena dorada hasta bahías de guijarros, encontrar la playa que mejor se adapte a sus necesidades no será difícil.
Para los amantes de la naturaleza que no quieren renunciar a un chapuzón en el agua fresca, la campiña toscana reserva muchas otras sorpresas: bañarse en el río, por ejemplo, es un gran clásico del verano.
En Casentino, en Steccaia - cerca de Bibbiena - uno puede refrescarse en las aguas del Corsalone, mientras que en Lunigiana - tierra rica en cursos de agua - se pueden elegir las sugestivas Cascadas de Paraná, donde, tras un camino de unos treinta minutos a pie, se llega a un lugar de cuento de hadas con pozos de agua clara y agradable.
Por último, para quienes no quieran perderse las propuestas culturales más interesantes, el verano puede ser el momento adecuado para visitar los museos menos conocidos.
Con los lugares más evocadores y los pueblos con más encanto de la Toscana, un museo es una gran idea para pasar unas horas al fresco, rodeado de las maravillas del territorio.
Se extiende desde las propuestas más sabrosas como la del Templo del Brunello en Montalcino - donde poder conocer y degustar el famoso vino - hasta las más clásicas, como el Museo Arqueológico del Territorio de Populonia en Piombino, con extraordinarios objetos de la prehistoria.
Para los que no pueden prescindir de un chapuzón al final del día, hay numerosos museos a lo largo de la costa, ¡a pocos kilómetros de las playas más conocidas!