La Etapa 36 de la Vía Francígena tiene una variante desde San Quirico d'Orcia hasta Abbadia San Salvatore. A principios de la Edad Media, era la más transitada por los caminantes que se dirigían hacia Roma.
Los peregrinos seguían este camino elevado porque se consideraba más seguro respecto de las zonas pantanosas del valle pero, sobre todo, porque era una parada espiritual indispensable gracias a los tesoros conservados en la Abadía de San Salvatore.
Todavía hoy se pueden admirar las reliquias del período longobardo (incluyendo el raro ataúd escocés-irlandés), la cripta de la iglesia con 32 columnas diferentes, la Biblia de Amiata (el Código Amiatinus, el manuscrito más antiguo de la Biblia en su versión latina, conservada en el museo de la Iglesia) y el crucifijo de madera esculpido por un peregrino proveniente de la Abadía de Vezelay que, pasando por la Vía Francígena, se detuvo en la Abadía donde lo esculpió al estilo de la escultura románica borgoñona.
Pero es la primera mención de la Vía Francígena, en el 876 d.C., la que conduce a esta etapa del recorrido. La historia de este viaje comienza con los Longobardos que, alrededor del siglo VII, construyeron una red de carreteras segura que unía Francia con Roma.
Fue un conjunto de caminos que, con la dominación francesa, adquirió el nombre de Vía Francígena, de la cual se encuentra el primer testimonio en Abbadia San Salvatore, donde estaba el Código diplomaticus amiatinus: un documento del 4 de mayo de 876 , que contiene la primera atestación documental de la Vía Francígena.
Hoy, para recorrer esta variante de la Etapa 36 hay que llegar al punto en que el camino se desvía del recorrido oficial, antes de Posta di Ricorsi. El tramo completo entre San Quirico D'Orcia y Abbadia San Salvatore (municipio con gran disponibilidad de alojamientos) tiene 32 km de longitud, con una subida de media dificultad. La bajada es fácil: pasando Val di Paglia, en Ponte a Rigo (donde hay un albergue de peregrinos) se puede retomar el recorrido de la etapa sucesiva hacia Acquapendente.
También atraen a los caminantes esta variante las agradables vistas del valle que se abre hacia Val d'Orcia: de hecho, caminando se puede ver al horizonte la Fortaleza de Radicofanique se encuentra a la misma altitud que Abbadia San Salvatore y a menudo es bien visible.
Una caminata a lo largo de este tramo significa ser sorprendido por los bosques de castaños a lo largo de las laderas de la montaña, las doradas extensiones de los campos de trigo y girasoles por todo el valle y el enorme lecho seco del río Paglia. Al tratarse de una variante menos utilizada, los encuentros más frecuentes son con animales: en efecto, es posible ver corzos, puercoespines, zorros y los rebaños de ovejas que pastan en estas tierras.
Cada temporada, de mayo a octubre, viste la variante para la Abadía San Salvatore de diferentes colores, aromas, emociones, ofreciendo una experiencia completamente original para los peregrinos y los amantes del turismo lento en Toscana.