Después de viajar por el Camino de Santiago, muchos peregrinos continúan su itinerario a lo largo de la Vía Francígena, pensando que encontrarán un recorrido similar al español. Esto en parte es cierto, pero hay muchas diferencias entre los dos grandes itinerarios, y los caminantes deben conocerlas.
Tratando de ser lo más objetivo posible, enumeramos a continuación los puntos fuertes de los dos recorridos.
En general, el itinerario es más bello y variado que el Camino de Santiago: sólo hablando del tramo italiano, vamos desde el paisaje alpino del Colle del Gran San Bernardo hasta las suaves colinas del Piemonte, de la llanura agrícola de los profundos Apeninos, de Crete Senesi a los lagos volcánicos en Lazio.
Las atracciones culturales son extraordinarias: cada etapa del viaje toca puntos de interés muy importantes, conociendo períodos que van desde aquellos Etruscos y Romanos hasta la Edad Media y el Renacimiento.
La variedad y exquisitez de la comida y del vino en nuestro país es tal que en cada etapa del viaje los productos y los platos típicos cambian y los excursionistas se encuentran en una situación agradable pudiendo disfrutar de un viaje en el cual prueban diferentes sabores cada día.
Actualmente hay un flujo constante de peregrinos a lo largo del Camino de Santiago: cada tramo es recorrido cada día por cientos de personas, sobre todo en el último tramo del CaminoFrancés. Algunas personas sienten una especie de competición para llegar al siguiente albergue antes de que se agoten todos los lugares, y esto puede crear cierta incomodidad a quienes preferirían caminar en paz.
A lo largo de la Vía Francígena hay menos peregrinos; durante las temporadas bajas se puede caminar durante todo un día sin encontrarse con otros excursionistas. La sensación del espíritu comunitario de los caminantes que se disfruta a lo largo del camino español, que para muchos peregrinos es fundamental, es muy confusa, mientras que el aspecto introspectivo del camino es privilegiado.
Todavía hay relativamente pocos albergues para los peregrinos a lo largo de la Vía Francígena y a menudo no están muy bien organizados y ofrecen muy pocas camas. A veces, durante los períodos demasiado frecuentados, los peregrinos se ven obligados a dormir en un colchón en el suelo, o tienen que recurrir a los centros turísticos. Las distancias entre los albergues suelen ser grandes, e incluso pueden llegar a ser de 25-30 km, lo que aumenta la dificultad del itinerario.
Algunos tramos (por ejemplo San Gimignano) no tienen ningún tipo de alojamiento para los peregrinos. No todos los albergues tienen personal, por ese motivo es necesario notificar la llegada algunos días antes, y en algunos casos hay que reservar. Por otro lado, los centros turísticos son de buen nivel, pero deben ser reservados a tiempo para estar seguros de encontrar una habitación.
La cantidad de peregrinos hacia Santiago, junto con las diferencias de la legislación española en materia de alojamiento e impuestos, hace que el precio de una cama en un albergue pueda llegar a ser de 5-6 euros, mientras que en Italia rara vez baja de 10 euros para un alojamiento con las mismas características.
Además, el "menú del peregrino" que cuesta 8-10 euros es frecuente en España, pero lo es menos y es más caro en Italia. También es cierto que en España los peregrinos a menudo tienen que dormir en grandes habitaciones atestadas de gente en condiciones que no serían legales en Italia, desde el punto de vista de la salud y sobre todo de la seguridad.
La legendaria "Flecha amarilla" guía al peregrino desde los Pirineos hasta el océano, de forma que sea difícil perderse.
En Italia la señalización ha mejorado enormemente en los últimos años, en particular en Toscana, pero en las demás regiones no es perfecta ni inequívoca: además de los carteles rojo-blancos a lo largo del itinerario oficial, existen otros tipos de señalizaciones que corresponden a recorridos no oficiales, que a veces crean cierta confusión.
Además de lo que hemos enumerado, hay obviamente otras diferencias, que sólo pueden ser apreciadas siguiendo los dos caminos. Como hemos mencionado en los puntos anteriores, las diferencias no significan necesariamente que un itinerario sea mejor que el otro: para los que les gusta caminar en soledad y en silencio la Vía Francígena es un recorrido ideal, sobre todo en ciertos tramos, mientras que los quienes consideran el viaje a pie una oportunidad para conocer gente nueva, preferirán el recorrido español.
Aquellos que aprecian el aspecto aventurero del viaje pueden molestarse por el uso, a veces excesivo, de las señalizaciones en España. De vez en cuando es importante hacer caso a los propios instintos para encontrar el camino correcto, o pedir consejo a una persona que conozcas en el camino. También es importante recordar que el senderismo es una metáfora de la vida. Por ello es agradable confiar en uno mismo, en los demás y de vez en cuando decidir no seguir los trayectos programados para afrontar con entusiasmo los imprevistos que son la esencia misma de la vida.