El Camino de Francisco no es sólo un sendero tras las huellas del santo entre la fe, la naturaleza y fascinantes pueblos históricos. Es un viaje a pie que también nos lleva a descubrir la vida y las obras de arte de los mayores genios del Renacimiento.
De hecho, a lo largo de los caminos de la Vía de Francisco en Toscana, se encuentra un inmenso patrimonio artístico que se puede admirar paso a paso: desde el pueblo de Caprese Michelangelo, lugar de nacimiento de Michelangelo Buonarroti, hasta Arezzo, custodio de la grandeza de Piero della Francesca, pasando por las grandes y pequeñas iglesias que conservan las terracotas de De la Robbia.
Conocido como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos y autor de obras maestras como el David, La Piedad y los frescos de la Capilla Sixtina, el pintor, escultor y arquitecto Michelangelo Buonarroti nación y falleció en algunos de los lugares que recorremos en la Vía de Francisco.
Caprese Michelangelo, un pequeño pueblo en el lado occidental del itinerario, fue designado como lugar de nacimiento de Michelangelo, del que toma su nombre, en el 1875 y alberga en su antiguo castillo la casa natal y el Museo de Michelangelo.
Michelangelo murió en Roma el 18 de febrero de 1564 y fue enterrado en la basílica de los Santísimos Apóstoles. Su sobrino Leonardo se aventuró a robar su cadáver, llevándolo en secreto a Florencia, ciudad depositaria de muchas de sus obras y punto de partida del camino. De hecho, la Vía de Francisco comienza en la iglesia franciscana mñas grande del mundo, la Basílica de Santa Croce, lugar de descanso eterno de Michelangelo.
Otro genio del Siglo XV, Piero della Francesca, vio su vida artística vinculada a algunos bellos lugares de la zona de Arezzo atravesados por la Vía de Francisco. Famoso a lo largo de los siglos como pintor, pero también como matemático de la época, fue un exponente de la segunda generación de artistas humanistas. Nació y murió en Sansepolcro, un encantador pueblo de Alta Valtiberina que aparece a menudo en sus obras. Sansepolcro alberga en el Museo Cívico La Resurrección, una pintura mural que data de alrededor del 1460 y que el escritor y filósofo inglés Aldous Huxley describió como "la pintura más bella del mundo".
El agradable pueblo de Monterchi, en la frontera con Umbría, conserva en cambio una de las mayores expresiones renacentistas, la Madonna del Parto, apreciable en toda su belleza en la Capilla de Santa Maria a Momentana. El encanto de Arezzo enmarca algunas de sus obras: la Catedral alberga La Maddalena, un fresco caracterizado por un innovador uso de la luz, mientras que en la Basílica de San Francisco se puede admirar el famoso ciclo de frescos Historias de la Vera Croce.
Los miembros de la familia de escultores más famosa del Renacimiento, los De la Robbia, dejaron un precioso legado artístico esparcido por la Vía de Francisco. Especializados en la técnica de la terracota vidriada policromada, sus obras embellecen grandes ciudades artísticas como Florencia y Arezzo, así como pueblos y pequeñas ciudades.
Sansepolcro, en el Museo Cívico, conserva la Natividad con el Anuncio a los pastores y la Anunciación de Andrea De la Robbia. También los pueblos históricos de Badia Tedalda, Pieve Santo Stefanoy Anghiari, famoso por la batalla que tuvo lugar allí en el 1440, son celosos custodios de las obras de De la Robbia.
En el pequeño pueblo de Diacceto se encuentra la Parroquia de San Lorenzo, cerca de Pelago, donde se conserva una terracota atribuida a Giovanni de la Robbia que representa a la Virgen con el Niño; mientras que el complejo religioso situado cerca de Bibbiena, el Santuario de Santa Maria del Sasso, custodia un friso vidriado atribuible a la mano de Fra' Mattia de la Robbia. Pero es en el Santuario de La Verna donde se encuentra la mayor parte de las obras de De la Robbia en Casentino, como la Asunción dando la faja a Santo Tomás entre los Santos Gregorio, Francisco y Buenaventura, de Andrea de la Robbia y la Natividad con San Francisco y San Antonio de Luca el Joven y la Piedad de Giovanni de la Robbia.