En el corazón palpitante de Toscana, entre suaves colinas y paisajes marítimos, resuena aún el eco de antiguas melodías y apasionantes emociones: con motivo del centenario de la muerte de Giacomo Puccini, te presentamos un itinerario para explorar los lugares que han marcado la vida e inspirado las obras del célebre compositor.
Desde Lucca, ciudad natal y testigo de los primeros pasos musicales de Puccini, hasta Torre del Lago, refugio amado y fuente de inspiración, pasando por la tranquilidad de la campiña, cada lugar cuenta una parte de la historia del maestro, tejiendo una trama de música e historia.
Un entrelazamiento sin fin, el que existe entre Puccini y esta tierra, donde la memoria y el arte siguen asombrando aún hoy.
El centro histórico de Lucca es el lugar donde creció Puccini y en el que, desde niño, el maestro ha dado sus primeros pasos musicales.
Desde la Iglesia San Michele in Foro, sobre la cual se alza la grande estatua de Michelangelo, se llega a la Plaza Cittadella, donde se encuentra la casa natal de Puccini, hoy convertida en museo.
El elemento central del Museo Puccini es precisamente la casa donde nació el maestro en 1858: la visita al museo es un auténtico viaje por las huellas dejadas por el compositor, para descubrir su personalidad y su ferviente actividad creadora.
Con el tiempo, Puccini tuvo varias residencias, pero siempre permaneció vinculado a la ciudad de Lucca, donde creció junto a sus hermanas, hermano y padres.
Vendida por dificultades financieras de la familia, la casa volvió a ser propiedad de Giacomo tras el éxito de Manon Lescaut y conserva muebles, documentos, partituras y objetos preciosos que pertenecieron al músico, entre ellos el piano Steinway & Sons con el que compuso muchas de sus obras, incluida Turandot.
A través de las distintas habitaciones de la casa, uno puede vislumbrar las rutinas diarias de la familia y seguir las huellas dejadas por el maestro.
En la Plaza Cittadella se encuentra también el monumento de bronce a Giacomo Puccini, obra de Vito Tongiani.
Siguiendo por este camino a través de la vida de Puccini, no se puede dejar de mencionar el Teatro del Giglio -uno de los teatros públicos más antiguos de Italia- donde, en la primavera de 1878, el joven Giacomo actuó como pianista acompañante de una cantante prometedora. Más tarde, ya convertido en un autor consagrado, instaló aquí casi todas sus obras.
El teatro también alberga el famoso retrato en bajorrelieve de Puccini, realizado en 1911 con motivo de la representación de La Chica del Oeste.
Por último, a pocos pasos de la casa natal de Puccini, cerca de la maravillosa Plaza del Anfiteatro, se encuentra el elegante café que acogió en aquellos años a numerosos intelectuales, como Giovanni Pascoli, Giuseppe Giacosa, Alfredo Catalani, Pietro Mascagni, Libero Andreotti y, por supuesto, Giacomo Puccini: el Caffè di Simo, punto de referencia para los grandes artistas de la época que, en diversas salas reservadas para ellos, intercambiaban ideas, forjaban relaciones y amistades.
Un refugio en plena naturaleza, un jardín fresco y agradable, el estilo Modernista que se respira por todas partes: así es el Museo Villa Puccini de Torre del Lago, un lugar amado por el compositor desde la primera vez que lo vió.
El amor de Puccini por esta residencia brilla en cada detalle, desde el mobiliario hasta las decoraciones, que han permanecido intactas hasta nuestros días.
Durante años fue la residencia de Giacomo Puccini: tiene dos plantas y un balcón que conecta la fachada principal con un pequeño jardín, inspirado en los jardines japoneses por su tamaño y formas irregulares, de acuerdo con la pasión de Puccini por la cultura oriental.
La villa fue construida por De Servi, Galileo Chini y Nomellini en estrecha colaboración con el propio Puccini, que amaba mucho Torre del Lago.
En la planta baja se puede visitar la Capilla donde está enterrado el músico y los dos bajorrelieves de Maraini: La Música que llora al Maestro y La Música que sobrevive al Maestro.
Este fuerte vínculo entre Puccini y Torre del Lago ha dado lugar a uno de los festivales de ópera más famosos del mundo: el Festival Puccini, que ofrece -todos los años en verano- la oportunidad de escuchar a grandes estrellas de la ópera mundial interpretar obras maestras de Puccini, puestas en escena en un grande teatro al aire libre a orillas del Lago Massaciuccoli, justo enfrente de la Casa Museo de Puccini.
Último miembro de una larga dinastía de músicos, Giacomo Puccini pasó los veranos de su infancia en una villa de propriedad de la familia en Celle di Pescaglia.
Objetos de la vida cotidiana, cartas e instrumentos musicales se conservan y se pueden apreciar en esta Casa-Museo que forma parte del circuito Casas de la Memoria.
Hay siete salas que se pueden visitar y están distribuidas en dos plantas: reliquias familiares, ropa -como el vestido de bautizo de Giacomo-, un piano con el cual compuso parte de Butterfly y numerosos manuscritos musicales son algunos de los tesoros que se encuentran en esta residencia, querida por el maestro hasta su muerte.
En Bagni di Lucca, centro termal conocido desde la antigüedad, Puccini pasó largas temporadas. Desde muy joven tocó el piano en una orquesta de baile y, a lo largo de su vida, regresó aquí varias veces, ya fuera como veraneante o haciendo escala en otros destinos.
En 1909 -en el Grand Hotel le Terme- compuso el segundo acto de La Chica del Oeste y en 1920 conoció a los libretistas de Turandot, Adami y Simoni.
Para quienes deseen visitar los lugares de Puccini sin renunciar a un agradable paseo por la naturaleza, el itinerario Puccini Ride parte del centro de Lucca -precisamente de la Casa Museo- y recorre los lugares más queridos por el maestro hasta llegar al Lago de Massaciuccoli.
Para quienes prefieren un itinerario menos exigente, el carril bici peatonal Puccini es la solución ideal: con sus 53 km, parte de Lucca -la primera parte de los dos caminos es compartida- y llega hasta las puertas del Oasis Lipu. Regresamos a Lucca siguiendo el itinerario al contrario.
Para más informaciones consulta el sitio web www.puccinilands.it