Toscana es una región atravesada por grandes caminos, antiguas vías de comunicación que a lo largo de los siglos han visto pasar a numerosas personalidades cuyos nombres han quedado grabados en la historia. Algunos de estos caminos tienen su origen en las huellas dejadas por importantes personalidades, mientras que otros se desarrollaron de forma natural gracias a los peregrinos y comerciantes que los recorrían.
Uno de los caminos más conocidos es sin duda la Vía Francígena, que atraviesa toda Toscana, recorriendo 380 km de norte a sur, desde las boscosas tierras de Lunigiana hasta los últimos confines de Val d’Orcia. El itinerario sigue el itinerario delArzobispo Sigeric, que viajó entre Italia e Inglaterra; en el año 990, Sigeric recibió el Palio directamente del Papa, y en su viaje de vuelta de Roma a Canterbury anotó las etapas -indicadas como "paradas"- en un diario. Fue precisamente a partir de los apuntes del Arzobispo que se creó el camino oficial de la Vía Francígena.
Similar a la historia de la Vía Francígena es el origen de la Vía Romea Germánica, vinculada no a un diario de viaje, sino a un relato del Siglo XIII de Alberto de Stade, abad e historiador del monasterio de Santa Maria de Stade, en Alemania. Una de sus obras más conocidas son los Anales de Stade, escritos por el abad después de conocer al Papa en Roma. Podrás leer un diálogo imaginario entre dos frailes, Firri y Tirri, que discuten sobre cuál es el mejor camino para llegar a Roma. Uno de ellos afirma que la "Vía Mejor" es precisamente la Romea Germánica -antes también conocida como Vía de Stade- y describe con detalle su itinerario, es decir, el tramo recorrido por el propio Alberto de Stade en su viaje de regreso a Alemania. Actualmente en Toscana tiene 7 etapas.
En cambio, las 5 etapas de la Vía Matildica atraviesan parte de los dominios de Matilde de Canossa, una importante figura de la Edad Media a la que debemos la construcción de iglesias, hospitales y puentes. El territorio bajo el control de la nobleza era vasto y representaba un importante punto de conexión entre la sede papal y los reinos del norte de Europa. En el tramo toscano, el itinerario atraviesa pasos de los Apeninos que se abren a vastos panoramas, y lugares de gran encanto como el Puente del Diablo que, más allá de la leyenda, parece deber su construcción a Matilde. Coincidiendo en parte con la Vía del Santo Rostro, la Vía Matildica desciende hasta llegar a Lucca y la preciosa estatua conservada en la Catedral de la ciudad.
Entre los lugares vinculados a San Francisco de Asís, se ha creado una red de caminos que ha tomado el nombre de Camino de Francisco , y que atraviesa los territorios de Casentino, Valtiberina y Valdichiana Aretina. Los itinerarios siguen las huellas del santo, llegando a las forestas de Casentino: aquí, en medio de bosques silenciosos y llenos de espiritualidad donde Francisco solía rezar, se encuentra el Santuario de La Verna, lugar de la aparición de los estigmas. A lo largo de todos los recorridos, llegando de vez en cuando hasta Anghiari, Arezzo, Cortona, la vía encuentra pruebas del paso del santo: se verifican en el arte y en las grandes iglesias, así como en las numerosas ermitas; entre estas últimas destaca aquella de Le Celle, fundada por Francisco mismo.
A lo largo de cada una de estas antiguas calles uno se siente parte de la historia, en un pasado que se remonta a muchos siglos atrás. Este es también el caso de la Romea Strata, recorrida por los pasos de miles de mercaderes y peregrinos procedentes de Europa del Este; que surgió en el itinerario de Nonantolana-Longobarda, esta vía atraviesa el área de Pistoia y las tierras de Leonardo da Vinci, cruzándose luego con parte de la Vía Francígena. Sus orígenes se remontan a los reyes logobardos, para unir Italia con los territorios del norte.
La Vía Romea Sanese, que pasa por 5 etapas a través de los viñedos del Chianti, era la directriz principal entre Florencia y Siena en la Edad Media. Entre las grandes personalidades que han recorrido este antiguo itinerario se encuentra Nicolás Maquiavelo; a lo largo del trayecto, al llegar a Sant'Andrea in Percussina, se encuentra Albergaccio, o bien, la residencia de campo donde el político y hombre de letras se retiró durante su exilio de Florencia, y donde escribió sus obras más famosas, El Príncipe y La Mandragola.
Más antiguos aún son los orígenes históricos de la Vía Lauretana, que casi se pierden en la noche de los tiempos: las etapas de su recorrido han sido testigos del paso de la humanidad ya en tiempos de los Etruscos, de los que aún hoy quedan numerosos vestigios. En Cortona, destino del camino, es posible visitar el área arqueológica y el MAEC - Museo de la Academia Etrusca y de la Ciudad de Cortona, implementándose completamente en un pasado hoy remoto pero que aún emana un grande encanto.