Nuestro viaje comienza en Pozzo, en el municipio de Mulazzo, a la derecha del río Magra, que aparece como un pequeño pueblo aristocrático, desarrollado hacia mediados del siglo XVI tras el legado de Moroello Malaspina di Mulazzo a sus hijos, hoy caracterizado por primitivos marcos de puertas y ventanas sustituidos por otros más modernos, pero siempre de piedra y elaborado con escudos y decoraciones de los siglos XVII-XVIII. También en las tierras de Mulazzo se encuentra Castagnetoli, antigua sede marquesal autónoma que pasó a manos de los marqueses Corsini, que se convirtieron en patrones de Giovagallo. Aún hoy se aprecian dos núcleos compactos continuos: uno en dirección norte, que gravita en torno a la plaza del palacio del marqués, y otro en dirección sur, que se dispone en calles paralelas, en túneles en la mayor parte de su recorrido y con escasas conexiones transversales.
Cruzando el Magra y llegando al municipio de Filattiera, descubrimos Caprio di Sopra, un pueblo mixto con expresiones arquitectónicas y urbanísticas más recientes: aquí las calles son más espaciosas y los túneles tienen una longitud y altura considerables. No faltan refinamientos arquitectónicos, como arquitrabes, fuentes, jardines interiores y exteriores, arcos entrecruzados, escarzanos, contrafuertes y ciegos.
Hacia el sur, llegamos al valle del Taverone y al municipio de Comano. A la derecha del arroyo, llegamos a Cattognano, un pueblo rodeado de vegetación que conserva arcadas y arcos de cañón unidos a las murallas por un bordillo, partes de murallas medievales, lavaderos y una imponente puerta de entrada.
Subiendo por la carretera entramos en el municipio de Licciana Nardi con el pueblo de Tavernelle, que serpentea a lo largo de una única calle dominada por edificios en su mayoría del siglo XV y caracterizada por portales y pasadizos abovedados, galerías, ventanas y escalones de arenisca. Subiendo más, se llega al pueblo de Taponecco, en las laderas de los Apeninos, internamente estructurado en túnel y enriquecido con arcos, bóvedas, pilares característicos, cornisas planas y pasos de túneles aireados. Finalmente, subiendo más, nuestro viaje termina en Apella, pueblo de nacimiento del héroe del Risorgimento que da nombre a Licciana: Anacarsi Nardi. El pueblo nos recibe con su torre, en posición dominante, y nos invita a recorrer una densa red de caminos empinados y empedrados, interrumpidos a veces por cruces en las esquinas que nos recuerdan, paso a paso, toda la maravilla de caminar por pueblos de piedra, captando nuevos detalles con siglos de historia en los ojos y, a veces, alzando la vista al cielo para intentar vislumbrarlo entre un túnel y otro.
