El espléndido paisaje de las montañas de Garfagnana y Valle Medio del Serchio esconde un antiguo equilibrio entre la naturaleza y el ser humano, atrayendo durante siglos a todos los hombres en busca de crecimiento espiritual. Si buscas un lugar místico para explorar con una buena caminata por los bosques o visitando pequeños pueblos, los alrededores del Monte Argegna no le dejarán decepcionado.
El Hospitale di Tea, construido en el Siglo XII, fue el primer monasterio que, en la rica vegetación del Monte Argegna, ofreció refresco material y espiritual a los peregrinos durante toda la Edad Media y la Unificación Italiana. Hoy en día, sus cimientos, sacados a la luz por recientes excavaciones arqueológicas, pueden visitarse y llegar a ellos por un itinerario para excursionistas.
A lo largo de los años, la zona se ha convertido en un destino de peregrinación, tanto es así que desde el 1895 de la cima del monte se destaca sobre el valle el Santuario Madonna della Guardia de Monte Argegna, accesible para todos y al que se puede llegar fácilmente en coche. Cerca del santuario se encuentra también la Campana Votiva, un monumento construido en el 1982 para los caídos de todas las guerras: sus campanadas resuenan por todo el valle para enviar un mensaje de paz.
Sin embargo, el monte no es el único con un encanto evocador: a lo largo de los siglos, se han desarrollado en la zona pueblos particulares que todavía hoy son los guardianes de antiguos secretos.
El primer pueblo es Giuncugnano, una pequeña aldea de Sillano Giuncugnano en alta Garfagnana, que ha surgido en el año 100 a.C. de un campamento del general romano Lucio Cornelio Silla.
Visitarla significa conocer una naturaleza profunda y misteriosa, en la que los hombres del pasado ocultaron el secreto del origen de la Iglesia de San Antonino Mártir.
Magliano es otra aldea tan pequeña como antigua, de la que sólo se tiene constancia desde el año 793. Aquí, la Iglesia de San Andrés Apóstol, que data al menos del Siglo XV, conserva varias reliquias de santos, lo que revela cierta importancia histórica y religiosa del lugar sagrado.
Atravesando las densas zonas boscosas, llegamos a Castelletto in Garfagnana, un pequeño pueblo en el Valle Alto del Serchio, cuya historia, caracterizada por una marcada falta de documentación, está velada por el misterio gracias a las leyendas locales que aún hoy se cuentan.
En cambio, Ponteccio es un pueblo de aire limpio y agua fresca y cristalina, caracterizado por un profundo silencio que envuelve las casas de piedra, la pequeña iglesia, el campanario de madera y la fuente de la plaza principal: una quietud que espera el verano y la llegada de los turistas de vacaciones.
No muy lejos se encuentra Gragnana, un pequeño pueblo mencionado por primera vez en el año 995. También aquí, sin dejar ninguna documentación al respecto, el hombre construyó el Oratorio de Santa María Virgen del Rosario, del que se cuentan historias de milagros y apariciones sobrenaturales, lo que lo convierte en un destino de peregrinación aún hoy en día.
El Monte Argegna y sus aldeas aún no han revelado todos sus secretos y, tal vez, estén destinados a seguir siendo un desafío para los seres humanos que recorren estos territorios.