En el corazón de Toscana, entre Florencia, Siena y Volterra, existe un lugar alejado de las clásicas rutas turísticas, donde la naturaleza y la espiritualidad conviven desde hace siglos: es el territorio comprendido entre Gambassi Terme y Montaione, en Empolese Valdelsa y Montalbano.
Esta zona, caracterizada por sus bosques, manantiales y aguas termales, ha sido durante siglos el destino de los peregrinos que recorrían la Vía Francígena, el camino espiritual entre Roma y Canterbury.
Un lugar donde se pueden regenerar el cuerpo y la mente.
La naturaleza es la protagonista entre Gambassi Terme y Montaione: aquí el tiempo ha modelado el paisaje alternando zonas caracterizadas por colinas onduladas esparcidas de pueblos, como Iano y Castelfalfi, hasta enormes zonas boscosas y cañones naturales, como el Alto Valle de Carfalo y los bosques de Gambassi.
Un territorio apto para los amantes de excursiones y senderismo en la naturaleza y, al mismo tiempo, para los apasionados de las caminatas mientras se descubren pueblos toscanos.
Desde hace siglos, Gambassi Terme es una de las paradas de la Vía Francígena: cada año llegan miles de peregrinos por el tramo que une Certaldo con Gambassi, acogidos por la espléndida Parroquia Santa Maria a Chianni.
La iglesia, mencionada por el Arzobispo Sigerico de Canterbury, se encuentra a la entrada de Gambassi: con su espléndida fachada es uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura románica tardía de Toscana.
La espiritualidad de estos lugares ya se respiraba en el Siglo XVI cuando, en los bosques de Montaione, Fra Tommaso de Florencia construyó la Jerusalén de San Vivaldo: un complejo de capillas, decoradas con terracotas policromadas inspiradas en la vida de Cristo, que reproducían el plano de Jerusalén. El lugar se convirtió en un sitio de peregrinación para quienes no podían ir a la Ciudad Santa: la visita permitía, de hecho, obtener una indulgencia.
Mucho tiempo después, a principios del Siglo XX, un ermitaño, Maurizio Becherini, eligió los bosques de Gambassi Terme para vivir. Durante el retiro, el hombre realizó numerosas esculturas en la roca, que con el tiempo han sido envueltas por la vegetación, creando un entorno místico y evocador: las Grutas de Mauricio. Un lugar delicado que exige el máximo respeto a quienes lo visitan.
No todo el mundo sabe que la zona de Gambassi Terme se caracteriza por la presencia de numerosos manantiales. El más famoso es aquel que produce el agua salsa de Pillo, utilizada en las termas locales desde el Siglo XIX, para baños regeneradores. El agua está clasificada entre los manantiales naturales de alta mineralización y debe sus propiedades curativas a la estructura geológica del manantial.
Hablando de agua, si eres apasionado de la geotermia, no olvides dar un paseo por el bosque de Gambassi a lo largo del Torrente Casciani, buscando Bollori: se trata de una zona con una gran concentración de aguas termales, que alcanzan una temperatura de 23°. La intensa actividad alimenta un pequeño géiser natural. El hervor del agua resuena en el entorno, creando una atmósfera evocadora.