Prato es historia, arte, pero también gusto: la comida y el vino juegan un papel importante en esta tierra rica en sabores y aromas, y hay numerosos eventos relacionados con los productos típicos tradicionales en todo el territorio circundante.
Echemos un vistazo a las especialidades más conocidas y cómo disfrutarlas al máximo.
La primera referencia a este biscote se encuentra en un manuscrito del Siglo XVIII procedente de Prato, pero fue en el 1858 cuando Antonio Mattei -en su taller aún activo- perfeccionó la receta.
El biscote fue inmediatamente apreciado por los habitantes de Prato y, gracias a la capacidad empresarial del panadero Mattei, pronto se exportó al resto de Europa.
La receta, original y secreta, ha permanecido inalterada durante 155 años: es precisamente esta tradición inalterable y el cuidado en la elección de las materias primas que se utilizan lo que hace de los Cantucci de Prato una excelencia italiana conocida en todo el mundo.
Imprescindible, para un sabor realmente gustoso, mojar ligeramente los biscotes en Vinsanto.
Producto con marca IGP y Presidio Slow Food desde hace varios años, la Mortadela de Prato es un embutido muy especial elaborado con diferentes cortes de carne de cerdo, ajo, sal y alkermes.
Debido a la mezcla de especias utilizadas y a las técnicas de elaboración, la mortadela se considera un producto claramente medieval.
Este embutido se puede saborear solo o junto con el igualmente famoso pan de Prato.
En los últimos años, numerosos chefs han utilizado la mortadela como ingrediente especial en diversas recetas de gastronomía.
Los Melocotones de Prato pequeños dulces redondos de masa de pasteles, son quizás una de las especialidades más conocidas de la ciudad.
Hechos a mano y levitados sobre tablas de madera y paños húmedos, deben su nombre a su forma, que recuerda a la de un melocotón.
También en este caso se utiliza el alkermes para empapar la masa, que sucesivamente se rellena con crema pastelera.
Su aparición en los escaparates de las panaderías del centro se remonta a la segunda mitad del Siglo XIX: en aquella época se preparaban con una masa de pan duro.
Presidio Slow Food desde el 2001, los higos de Carmignano tienen también su propio consorcio de tutela y se producen en la zona de colinas de Carmignano.
Son frutos raros y preciosos que pueden disfrutarse frescos -el periodo de maduración es en septiembre - o bien, secos.
El proceso de secado consiste en abrir la fruta nada más recogerla y colocarla en unas esteras especiales: aquí se somete al humo del azufre y, tras cuatro o cinco días al sol, los higos se colocan en un lugar fresco y seco donde permanecen unos 40 días.
La variedad destinada al secado es aquella llamada dottato, la más apreciada de la especie.
Los higos frescos pueden servirse con Mortadela di Prato, mientras que aquellos secos se pueden gustar de la manera tradicional: rellenos con poca mantequilla y una nuez.
Zuccherini de Vernio son biscotes secos con gusto de anís con la típica forma de rosquilla: el color blanco se debe al azúcar fundido en el que se sumergen inmediatamente después de la cocción.
Tradicionalmente, se preparaban para los banquetes de boda, de ahí su forma que recuerda a las alianzas de los novios.
Orgullo de los panaderos y de todos los lugareños, el Pan de Prato se considera una de las excelencias culinarias del territorio desde el Siglo XVI. En diversas formas y tamaños, según los distintos usos y combinaciones, es estrictamente sin sal y se puede acompañar con innumerables platos.
Uno de ellos es llamado bozza, hecho con una mezcla de harina, agua y levadura madre: cada panadero guarda celosamente su propia levadura y sólo utiliza esa.
El cultivo del aceite en las colinas que rodean Prato se remonta a los Etruscos: en la cocina y la tradición toscanas, el aceite ha sido siempre un elemento insustituible que va más allá del mero condimento.
El aceite virgen extra de estas colinas tiene el perfume de todas las hierbas aromáticas que crecen espontáneamente bajo los olivos y es uno de los ingredientes principales de casi todas las "recetas pobres" típicas de esta tierra.
El vermut blanco de Prato es un licor de bajo contenido alcohólico elaborado mediante la fermentación de mosto de uva blanca junto con hierbas. El ingrediente clave esla ajenjo.
Se trata de un producto antiguo, fuertemente vinculado al territorio de la provincia de Prato, de color ámbar y sabor dulzón, que se remonta a una tradición campesina que ha desaparecido casi por completo: lo elaboraban las amas de casa durante la vendimia con uvas blancas sin madurar y hierbas recogidas en el campo, para disfrutarlo como aperitivo o digestivo durante las fiestas navideñas.
Carmignano DOCG se produce únicamente en los territorios municipales de Carmignano y Poggio a Caiano: una zona de colinas bajas y medias, bien expuesta, que favorece el cultivo de la vid.
Los vinos de esta zona son conocidos y apreciados desde la Edad Media, y los Medici ya los habían puesto bajo una especie de protección legislativa muy similar a la denominación de origen controlada a la que pertenecen actualmente.
Carmignano DOCG tiene un color rojo rubí intenso y vivo, que tiende al granate con el envejecimiento; el aroma es intenso y el sabor seco, sabroso, pleno, armonioso, suave y aterciopelado.
Un vino intenso, de color púrpura y con un bouquet amplio y sorprendente: el Pinot Noir de Bagnolo es un tinto de calidad excepcional que ha cosechado un éxito considerable en el mercado italiano y extranjero en los últimos años.
Nace de un error cometido por un viverista en el 1970 que, en lugar de entregar el tradicional Sangiovese para ser replantado en los viñedos, suministró a la finca Bagnolo el Pinot Noir.
Producido en las colinas de Monteferrato, debe parte de su fortuna a este suelo de origen volcánico, rico en minerales.