La estación otoñal es un triunfo de colores y sabores abrazados por el aire fresco que anuncia la llegada del invierno, y los bosques de Amiata se adornan con ramas pintadas en tonalidades amarillas y naranjas y se extienden rojos caminos cubiertos de hojas, un verdadero espectáculo para quienes aprecian el follaje del otoño. Pero es con sus frutos que la Montaña Amiata conquista los corazones y el paladar de quienes exploran su naturaleza y sus pueblos: de hecho, te encuentras en la patria toscana de la castaña.
Entre los 500 y 1000 metros Amiata está rodeado por una corona de castañares y bosques que se pueden talar, un encanto natural protegido desde el siglo XIV, cuando las comunidades locales establecieron estrictas normas para la protección de la vegetación, con tiempos y formas bien definidas para la producción de la madera y la recolección de los frutos.
Hoy en día, la Castagna de Amiata goza de la denominación IGP y es protagonista de recetas, ferias e itinerarios, una red de caminos que atraviesan las zonas boscosas que bordean también los numerosos y característicos pueblos, todos ellos dignos de ser visitados.
El cultivo real de las castañas comienza ya a una altitud de unos 350 metros sobre el nivel del mar, ligeramente inferior a la de los bosques silvestres, sujeto a estrictas normas de producción y cosecha destinadas a preservar la naturalidad del producto y la salud del terreno.
Sólo durante el período de la cosecha, que tiene lugar desde mediados de septiembre hasta mediados de noviembre, algunos productores abren las puertas de sus castañares a los visitantes que desean aventurarse en esta actividad y pasar un tiempo al aire libre para alejarse de la rutina o disfrutar de un día especial con toda la familia llevando a casa, literalmente, los frutos de su trabajo.
El dulce y delicado sabor de las castañas de Amiata, en las tres variedades Marrón, Bastarda rossa y Cecio, se celebra durante las numerosas ferias que animan los pueblos y llenan el aire con ese perfume típico que caracteriza al otoño y de los braseros, como por ejemplo el Crastatone di Piancastagnaio, la Festa del Marrón de Santa Fiora y La Castagna de Fiesta en Arcidosso, que tienen lugar entre octubre y principios de noviembre: son la ocasión ideal para vivir un contexto de tradiciones y productos típicos, aprovechando las bodegas abiertas donde puedes degustar vinos genuinos y preparaciones a base de bayas, castañas y setas.
En estas ocasiones no se puede renunciar a una porción de Castagnaccio, el pastel que más típicamente celebra la castaña, famoso en el mundo por su singularidad.