No sólo playas con aguas cristalinas, la Costa Etrusca es una tierra generosa que perfuma a Mediterráneo, ideal para unas vacaciones relajantes donde se pueden descubrir sus 3000 años de historia, visitar pequeños pueblos degustando la cocina local acompañada por excelentes vinos, y explorar una naturaleza acogedora e incontaminada que revela lugares inesperados.
Un recorrido que pasa por paisajes encantadores que se disipan entre viñedos y caminos que desde el mar se trepan por las colinas.
Un deleite para el paladar, para acompañarlo con los productos típicos del territorio: aquí la cocina es excelente tanto de mar como de tierra y abarca desde los sabrosos platos a base de pescado azul y bonito, a los platos a base de jabalí y de caza, cocinados según la antigua tradición y servidos con fragantes panes cocidos en hornos de leña, condimentados con aceites perfumados, hasta las especialidades más refinadas como las alcachofas violetas de Venturina.
En la Costa Etrusca hay numerosos pueblos hermosos, cerca del mar o inmersos entre la vegetación de las colinas. Desde Suvereto hasta Campiglia Marittima, Sassetta, Riparbella, subiendo hacia Castagneto Carducci, Casale, Montescudaio, Guardistallo, Bibbona, Santa Luce y Castellina, pequeños tesoros que conservan antiguos castillos medievales y esconden callejones y plazas pavimentadas, con tiendas de artesanía y tabernas llenas de historia y encanto.
Haciendo un salto en el pasado, es imprescindible visitar Populonia, la necrópolis Etrusca con vistas al mar, situada en la cima de una colina desde la que se puede disfrutar de un increíble panorama del Golfo de Baratti.
El viaje puede concluirse con una parada regeneradora no lejos del mar en los varios baños termales de este territorio, desde la Talasoterapia en Marina di Castagneto hasta las fuentes termales naturales de Venturina Terme y Sassetta, oasis de paz en medio de bosques y pinares, donde puedes darte el gusto de recibir mimos y tratamientos de bienestar.