Mucho de lo que sabemos sobre los antiguos etruscos procede del contexto funerario: tumbas, objetos enterrados y necrópolis o ciudades de los muertos. Pero en el sitio arqueológico de Roselle, en el suroeste de Toscana, podemos vivir la experiencia de una animada ciudad etrusca de los vivos. Para los visitantes, la exploración de Roselle ofrece una oportunidad sin igual para seguir los pasos de los antiguos etruscos.
El parque arqueológico de Roselle se encuentra en un macizo alto de colinas al noreste de la ciudad de Grosseto. Con una buena defensa natural, y bien situada tanto para la agricultura como para el acceso al agua, no es de extrañar que la zona haya estado habitada desde la prehistoria. En el siglo VII a.C. los etruscos construyeron muros de defensa alrededor de dos colinas, y rápidamente establecieron una ciudad que floreció con el comercio internacional, la industria artesanal y la vida próspera.
Lo que es único de Roselle es que los visitantes pueden apreciar aspectos de la cultura etrusca que no se pueden hallar en otros sitios. Estos son sólo algunos:
Debajo de los adoquines de las calzadas romanas se encuentra un sistema preexistente de caminos de la época etrusca que se extiende por toda la ciudad. Algunas de estas piedras tienen las huellas de las ruedas de carruajes antiguos en su superficie.
En las afueras de la ciudad, los arqueólogos han descubierto los restos de un taller de cerámica y de una herrería, que probablemente se utilizaban en la época etrusca.
Los restos de las residencias etruscas nos dan una idea del espacio vital de este pueblo, y también nos ayudan a entender cómo evolucionaron las casas romanas basadas en modelos etruscos.
Los residentes etruscos de Roselle, y luego los romanos, tenían la práctica muy arraigada de vender comida en pequeñas tiendas ubicadas sobre las calles principales de la ciudad. Los vendedores de alimentos vendían comidas en contenedores de terracota a los habitantes de la ciudad que se detenían en sus escaparates al mediodía. Antigua comida callejera... ¿Quién lo diría?
Los cimientos etruscos de edificios públicos, quizás templos y plazas, se convertirían más tarde en extensos foros públicos a medida que los romanos construían sobre la huella etrusca. El centro religioso etrusco de la ciudad estaba situado en el borde de un alto acantilado. Creemos que la fachada del templo etrusco miraba hacia afuera, proyectándose sobre el valle, y habría sido visible desde lejos.
Una de las razones por las que quedan muchas ruinas etruscas en Roselle, es que sus habitantes etruscos lograron una transición diplomática -en lugar de una transición violenta- al dominio romano a partir del siglo III a. C. Gracias a este proceso pacífico de romanización, muchas de las estructuras permanecieron intactas, por lo que los cimientos etruscos de la ciudad quedaron para que los visitantes modernos los puedan explorar. La ciudad fue abandonada en la Edad Media, cuando los residentes se trasladaron a la cercana Grosseto, y luego la zona quedó deshabitada hasta que los arqueólogos la descubrieron en la era moderna, para que todos la podamos admirar.