En general, la historia de Stia y de Casentino se mueve entre los hilos del famoso paño casentino, el dulce sabor de las castañas y la dura consistencia de la pietra serena: materias primas que han dibujado el perfil de una tierra difícil, de sus pastores y de tradiciones lejanas de las ciudades y los grandes pueblos.
La vida entendida en su autenticidad es la fuerza de los artesanos locales. En sus productos no hay exceso, ni necesidad de prevaricar lo antiguo con fórmulas artísticas modernas: al contrario, existe un deseo de conservar lo que se ha desvanecido en otros lugares. Son ellos los guías más auténticos y fiables a lo largo de los caminos que llevan, a través de los castillos y ruinas enterradas por la vegetación, a las tiendas.
Máxima elegancia y compostura de los gestos, las vestimentas y las artesanías: todo refleja la esencia de una tierra misteriosa, recorrida por santos, lobos, personajes extraordinarios y objetos de altísima calidad, nunca banales ni carentes de personalidad.
La artesanía típica de Casentino surgió y se desarrolló para satisfacer las necesidades de sus habitantes. De hecho, aquí se produce el preciado paño de Casentino, que es un tejido áspero, impermeable y rústico con un característico color naranja: perfecto para hacer abrigos, chaquetas y capas.
El Casentino es también una zona dedicada a la elaboración del hierro forjado: los rebabadores, con extrema conciencia y experiencia, crean obras de arte que luego van a amueblar las casas de todo el mundo.
La piedra serena caracteriza el paisaje toscano, especialmente en la aldea de Strada en Casentino, que acoge cada dos años una exposición nacional de la piedra elaborada.
Además de las castañas, la "reina" de la mesa, desde los primeros platos hasta las recetas dulces, Casentino cuenta con una amplia elección de productos agrícolas y alimentarios. Entre las especialidades locales destacan la patata roja de Cetica, utilizada sobre todo en guisos o ñoquis; la alubia zolfino de Pratomagno, excelente condimentada con un chorrito de aceite de oliva virgen extra; un exquisito filete de Chianina y, por supuesto, el jamón gris de Casentino.
Durante el periodo de Semana Santa, si te encuentras en la zona, puedes probar la panina, una especie de "biscote" elaborado en dos versiones: salado y dulce. Antaño, en la mañana de Pascua, los "guardianes de caballos" de Casentino se reunían para tomar un rico desayuno a base de pan, huevos duros, ensalada, chuletas de cordero y fiambres. Este manjar se ha convertido en una tradición que hay que respetar.