Piero della Francesca es sin duda uno de los más grandes pintores italianos del siglo XV: su pintura espaciosa, monumental e impasiblemente racional es uno de los puntos culminantes de los ideales artísticos del Renacimiento.
Muchas de sus obras maestras pueden admirarse en la Valtiberina, su tierra: los lugares vinculados a este gran genio, a través de la historia y el arte de Sansepolcro, su pueblo natal, Monterchi y Arezzo.
Nuestro viaje comienza en Sansepolcro, donde nació Piero della Franscesca alrededor de 1412. Aquí, el Museo Cívico alberga cuatro espléndidas obras del artista, entre ellas el Políptico de la Misericordia, encargado a Piero por la compañía de Sansepolcro del mismo nombre en 1445.
El cuadro representa, en el compartimento central, a Madonna della Misericordia (Virgen de la Misericordia) acogiendo bajo su manto, como en un grande tabernáculo, a la comunidad de patronos y devotos, dividida en hombres a la izquierda y mujeres a la derecha.
En la Sala de la Audiencia del Museo Cívico se encuentra el gran fresco de la Resurrección: la obra, considerada entre las más representativas del artista, es la expresión humana y espiritual del renacimiento de Cristo, con la figura del Salvador dominando la escena, fuerte, solemne. En el fondo, Piero elige representar el alba, que se eleva como símbolo del comienzo de una nueva vida.
También en el Museo Cívico podemos admirar el fresco que representa a San Giuliano, hallado en 1954 en la antigua iglesia de San Agustín, más tarde llamada de Santa Clara. El Santo, representado con un rostro juvenil, está envuelto en un elegante manto rojo que destaca sobre el fondo de falso mármol verde antiguo.
Por último, encontramos el fresco separado que representa a San Ludovico, procedente del Palacio Pretorio, que muestra al santo vestido con un hábito franciscano y una capa episcopal ricamente decorada: en el fondo aparece un falso nicho con preciosos mármoles rojos y verdes
Dejando Sansepolcro, el viaje continúa hacia Monterchi: para este encantador pueblo, encaramado en una colina en la frontera con Umbría, Piero della Francesca realizó el extraordinario fresco de la Madonna del Parto (Virgen del Parto) para la antigua iglesia de Santa Maria a Momentana.
Desde 1991, el fresco se encuentra en un museo cívico que lleva el mismo nombre que la obra. La iconografía de la Virgen en espera confiere a la imagen gran sacralidad y monumentalidad: la Virgen es a la vez expresión divina y humana. Junto a ella hay dos ángeles que, levantando las cortinas del telón, la presentan vestida con sencillez, con un vestido azul y un blusón blanco, mientras muestra el vientre.
El itinerario por la tierra de Piero continúa y termina en Arezzo. La Basílica de San Francisco alberga en la Capilla Bacci el ciclo de frescos de la Leyenda de la Vera Cruz, la obra maestra que el artista realizó para la iglesia franciscana entre 1452 y 1466 aproximadamente. El tema del ciclo está tomado de la Leyenda Áurea de Jacopo da Varazze, escrita en el siglo XIII.
Entre paisajes queridos por el artista y arquitecturas pintadas, encontramos la propia Arezzo encaramada en la ladera de la colina y Sansepolcro con sus edificios dispuestos en perspectiva como telones de fondo escénicos, figuras elegantes y geométricamente perfectas acompañan con gracia al observador, escena tras escena, en la historia del cuento.
Por último, en la catedral de Arezzo, al final de la nave izquierda, se encuentra el fresco que representa a María Magdalena, una de las figuras más bellas pintadas por Piero, que sorprende por la expresividad de su rostro y su mirada baja y profunda: la luz realza los colores: el blanco y el rojo de su manto, el verde de su vestido, sus mejillas sonrosadas.