Adentrarse en la inmensa variedad de plantas y flores campestres, de esencias y animales salvajes, es algo que nos reconcilia con nosotros mismos.
Cuatro reservas naturalísticas de Amiata ofrecen este grande y raro tesoro de biodiversidad y bienestar.
A pie, a caballo o en bicicleta de montaña, podrás explorar senderos y entornos mágicos, sobre las huellas de los buscadores de setas y los leñadores.
En el Monte Labbro, a pocos kilómetros de Arcidosso, puedes pasar un agradable día en familia inmerso en el verde del Parque Faunístico de la Montaña Amiata.
El itinerario de senderismo más largo dura unas tres horas y llega hasta la cima del Monte Labbro: caminando por estos parajes puedes usar los prismáticos para observar desde lejos a los animales que viven en plena libertad y se pueden escuchar los mugidos de las vacas y el sonido de los cencerros de los burros de Amiata, una raza autóctona.
En el camino para llegar a la cima, donde se puede disfrutar de un magnífico panorama sobre todo el valle, hay áreas donde hacer picnic y, justo desde la cima, también se pueden admirar los restos de la Torre Jurisdavídica, que custodia una historia fascinante.
El agua y los cañones son los protagonistas de la Reserva Bosque Rocconi que se extiende por 130 hectáreas entre los Municipios de Semproniano y Roccalbegna, a lo largo de cursos de agua purísima, bosques milenarios, naturaleza salvaje y granjas biológicas.
En este oasis es posible realizar itinerarios de senderismo, recorridos fluviales y pedaleos en bicicleta de diversas dificultades, para grupos y en reserva. Quienes deseen disfrutar del silencio regenerador de la naturaleza pueden explorar el Valle de las Aves de Presa, con sus altas rocas pobladas por diferentes aves rapaces, detenerse en las áreas equipadas para descansar al aire libre y llegar al observatorio para admirar plantas y animales.
No te pierdas la experiencia de bañarte en las límpidas y frescas aguas de Sasso Rosso y de caminar por el sombreado sendero que lleva al Prado de las Orquídeas y de las Mariposas, donde hay dos pequeños estanques llenos de anfibios e insectos.
Además, para que la visita sea más mágica aún, es posible acordar el regreso al anochecer.
Los abetos blancos, llamados localmente pigelli, inspiraron el nombre de la Reserva Natural de Pigelleto, una meta ideal para realizar excursiones naturalísticas, solos o guiadas, a pie o bien, en bicicleta. En esta reserva se pueden admirar los rarísimos abetos blancos, los olmos y la belladona y, en primavera, las flores del sotobosque, incluido el raro lirio rojo. La vegetación está poblada por jabalíes, corzos, lobos y aves como los pájaros carpinteros verdes y rojos y los azores.
Por último, la reserva, habiendo sido uno de los principales lugares de extracción de mercurio de la Montaña Amiata, sigue albergando dos minas inactivas que pueden visitarse para conocer la historia del territorio.
El ecosistema natural, en el que están inmersos los pueblos de la Montaña Amiata, es un verdadero y propio refugio natural donde se puede relajarse, saborear, explorar y alojarse.
La reserva natural del Monte Penna es un espacio natural protegido que se extiende por más de 1.000 hectáreas en la ladera sureste de la Montaña Amiata, cerca de Castell'Azzara.
Caracterizado por castañares, arces y hayas, en su interior se encuentra el Bosque de la Fuente, un área de gran interés naturalístico. La reserva es el hábitat de muchas especies de mamíferos, como zorros, puercoespines, jabalíes, corzos y gatos salvajes, y de muchas especies de aves, como el aguilucho pálido, el gavilán, el ratonero, el cernícalo y el búho.
De considerable interés histórico y artístico son los restos del Fuerte Silvana, antigua posesión de la Abadía de San Salvatore en la Montaña Amiata, construida durante el Siglo IX, y la Mina de Mercurio de Cornacchino, que forma parte del Parque de los Museos e de las Minas de la Montaña Amiata.