La Vía Lauretana es un antiguo camino todo toscano, transitado desde los tiempos de los Etruscos. Los Romanos, y más aún los pueblos medievales, legitimaron esta vía, que pasa entre Siena y Cortona. En sus 114 km, divididos en cinco etapas, el itinerario atraviesa los bellos paisajes de Crete Senesi, adentrándose lentamente en Val di Chiana Aretina.
A lo largo de ligeras subidas y bajadas que marcan el avance del recorrido, se encuentran pueblos y ciudades, guardianes de antiguas tradiciones y sabores auténticos: en la Vía Lauretana es posible degustar recetas ancestrales, sabores silvestres de la tierra y productos exquisitos.
En Siena, el itinerario de la Vía Lauretana comienza en la Plaza del Campo. La ciudad, famosa por sus magníficos monumentos y los edificios medievales de estilo gótico, ha visto crear algunos dulces que se han convertido en verdaderos símbolos de Toscana.
Entre ellos, el Panforte, creado en la Edad Media en las tiendas de los boticarios y destinado a las mesas de la nobleza de la ciudad durante las fiestas de invierno. Hoy en día, este pastel se prepara todo el año, siguiendo estrictamente la receta original, que utiliza almendras, fruta confitada y miel.
Las almendras también son protagonistas de los Ricciarelli, dulces típicos perfectos para completar una buena comida toscana. Al igual que el Panforte, los orígenes de los Ricciarelli se remontan a muchos siglos atrás, y la receta fue transmitida por monjes y boticarios.
Ambos dulces encontraron su legitimidad durante el Siglo XIX, cuando sus nombres y su origen sienés se difundieron en los primeros recetarios de la época.
Después de dejar la ciudad de Siena, la Vía Lauretana continúa adentrándose entre las colinas del Val d'Arbia, que desembocan lentamente en los suaves relieves de Crete Senesi. Estos paisajes han visto crear recientemente el Val d'Arbia DOC, un delicado vino blanco producido con la proporción de uvas Trebbiano, Malvasia y Chardonnay, ideal para el aperitivo o para acompañar las típicas sopastoscanas. Del Val d'Arbia DOC también se produce Vin Santo, un vino licoroso excelente para acompañar dulces locales, como aquellos de Siena.
El producto que, más que ningún otro, se considera el rey de la mesa es quizá la trufa, que crece en distintas variedades en el subsuelo de Crete, desprendiendo su inconfundible aroma en primavera y otoño. La trufa blanca - la más apreciada - y aquella negra enriquecen entremeses, primeros platos y segundos platos de carne, creando combinaciones perfectas que deleitan todos los paladares, para una experiencia gustativa que se funde con aquella del camino.
Las últimas etapas de la Vía Lauretana pasan por las tierras de Val di Chiana Aretina, en dirección a Cortona. Entre las especialidades locales que no hay que perderse está el aglione, una variedad de ajo que, como su nombre indica, tiene dimensiones más grandes que el común. Su sabor particularmente delicado se realza en un condimento tradicional, el sugo all'aglione, que suele servirse con pici, la pasta fresca típica que se prepara en Siena y en toda la zona.
En lo que se refiere a las carnes, es aquella Chianina, una preciada variedad obtenida de una raza bovina antiquísima, que aún hoy se cría en libertad. Utilizada tanto en la preparación del ragú como en segundos platos, la carne chianina está muy extendida por todo el territorio y proporciona excelentes platos de carne que se pueden degustar a lo largo del recorrido de la Vía Lauretana.