Los sabores, los panoramas y los olores son de esas cosas que se quedan con uno después de un viaje. Se adhieren a la memoria del gusto, la vista y el olfato y permanecen allí, como en un álbum de recuerdos.
Hay manjares que hablan de la gente de un lugar, de su historia y de sus tradiciones culinarias. Algunas son historias hermosas.
Como la de los gofres de Montecatini, nacidos de las mentes creativas de unos pasteleros bohemios que huyeron de la ciudad en tiempos de guerra y dejaron en manos de una familia de Montecatini, los Bargilli, la continuación de su negocio y de su receta sabrosa, sencilla y natural. Círculo dorado formado por dos láminas de hojaldre con un relleno de almendra de Apulia en el centro, sin mantequilla ni otras grasas añadidas. Un producto para degustar solo o como acompañamiento del té o con vinos dulces. También hay quien disfruta de los gofres de montecatini con helado, quizás mientras pasean por las calles del centro termal toscano.
¿Habrías imaginado alguna vez que la Toscana podría ser la capital del chocolate? ¡Y eso es exactamente lo que es!
Entre Pistoia, Prato y Pisa se encuentra, de hecho, el "Valle del Chocolate",donde poder realizar un tour de degustación de los mejores chocolates artesanales, algunos de los cuales han ganado también premios internacionales. Maestros que -en Valdinievole - se encuentran en Massa y Cozzile, Pistoia, Monsummano Terme, Agliana, Quarrata, Pescia y Lamporecchio.
En medio de una fiesta local en algún pueblecito de la zona de Pistoia, es obligado degustar los famosos brigidini de Lamporecchio, quizá recién preparados por algún vendedor de dulces en la calle.
Esta pequeña oblea muy fina, crujiente y perfumada, con forma rizada, tiene un sabor intenso, dado por un regusto anisado. Una oblea hecha de huevos, azúcar y harina, descrita como un "manjar especial" por el gastrónomo Pellegrino Artusi. "Trastullarsi", en toscano, significa juguetear: el brigidino es, de hecho, uno de esos dulces que también se pueden degustar paseando, charlando con los amigos o la familia, disfrutando del ambiente festivo del pueblo.
Una explosión de sabores que no se olvida fácilmente. Los originales confites «rizados» de Pistoia son uno de esos manjares que hay que probar.
Protagonista en las mesas de bodas, comuniones y bautizos, este pequeño dulce de forma grumosa se obtiene siguiendo antiguos métodos de elaboración. Los ingredientes del relleno -cubiertos por una capa de azúcar blanco natural- son anís o cilantro bien mezclados con almendra, vaina de cacao, avellana y confitado. Este tipo de confite típico de Pistoia data de 1300, cuando se utilizaba en las celebraciones en honor de San Jacopo.
Este viaje al sabor termina con el panforte glacè de chocolate, también típico de Pistoia. Pastel de forma redonda y textura blanda, elaborado con una mezcla de mantequilla, avellanas, almendras, gianduja y azúcar, así como frutas confitadas como cidras, naranjas y cerezas. El toque agradable es la cobertura de chocolate negro puro. Para realzar su sabor, debe acompañarse de un clásico vinsanto local.
Dulces producciones que también pueden ser un grato souvenir de viaje, una sabrosa postal de la Valdinievole, un sabor para recordar al volver y despertar la memoria del paladar. Viajar también es esto.