Un paseo por Lucca en compañía de los Bonaparte

El palacio ducal se alza en lo que ha sido el centro de gobierno de la ciudad de Lucca durante siglos. 
En el Siglo XIV ha sido la Fortaleza Augusta de Castruccio Castracani, en el XV la ciudadela de la familia Guinigi, y en el XVII el Palacio de los Ancianos. 
Cuando Elisa Bonaparte in Baciocchi, princesa de Lucca y Piombino, llegó a Lucca procedente de Francia en agosto de 1805, hizo reformar el palacio para convertirlo en su residencia, añadiendo salas de reuniones y un pequeño teatro para espectáculos musicales. Como era de esperar de los príncipes, mandó demoler todos los edificios de enfrente para realizar una plaza grande que dedicaría a su hermano, Napoleón.

Un plátano que crece desde entonces en el jardín de Villa Bottini. La villa del Siglo XVIII, entre las murallas medievales y aquellas renacentistas, tiene un gran parque, como es habitual en las villas de campo. Entre los arbustos de camelias y rododendros hay también un gran árbol secular que, según la historia, fue plantado por la princesa , que amaba la naturaleza y era experta en botánica.
Los plátanos son los más difundidos en Lucca, hay unos 700 ejemplares que embellecen los jardines y las calles por encima de las murallas renacentistas.

Simplemente, el jardín más precioso de la ciudad. El Jardín Botánico de Lucca, creado a instancias de Elisa, y desarrollado durante el Ducado de María Luisa de Borbón, junto con la Villa Real de Marlia fue el jardín desde el que se difundieron semillas de plantas ornamentales detodo el mundo. Cedros, araucarias, secuoyas, infinidad de camelias y también el árbol del cacao, el cafeto, del té y el autóctono helecho florido, los lirios y las encinas.
En otoño, no hay que perderse el espectáculo del follaje dorado del centenario nogal del Japón.

Imposible resistirse a un toque de dulzura.
La Princesa Élisa, fascinada por las nuevas especies botánicas y la cocina de calidad, era golosa del chocolate. En los recibimientos del Palacio nunca faltaba una fuente de chocolate. Sin exagerar, en las pequeñas chocolaterías del centro histórico de Lucca se pueden encontrar refinados recuerdos de viaje. Para quienes desean disfrutar de esta delicia a la sombra de los plátanos, aquí tienen el chocolate en versión helado en las conocidas heladerías históricas y contemporáneas: desde la vintage "Gelateria Veneta" y "Santini" hasta aquellas contemporáneas "Coltelli", "Opera" y "Piero".

...que se tiene de pie con los alfileres gracias a la habilidad de una gran costurera.
A partir de dos raras y preciosas telas de principios del Imperio en tul de seda con bordados en lámina de plata de la colección de Renata Frediani, Moira Brunori ha creado un vestido imperial con su singular habilidad, sin utilizar tijeras ni hilos, y que se comninan perfectamente con el suntuoso manto ya expuesto en el Museo Nacional del Palacio Mansi. Y no ha sido fácil porque el ceremonial del Imperio Francés dictaba reglas muy precisas sobre los estilos de la ropa del Emperador y de toda su corte.

Una puerta que es un arco de triunfo. La Puerta Elisa se abrió en las murallas renacentistas de Lucca y, según los planos, debía dar acceso a una larga calle que conduciría directamente a un gran pórtico alrededor de la Plaza Napoleón. Pero el proyecto no se completó. Sólo queda la puerta, los palacios que adornan la media luna (los jardines pueden visitarse en mayo con motivo del día de las Casas Históricas) y el largo pórtico que flanquea la Via Elisa, dedicada precisamente a la princesa. 
Porta Elisa se abre de forma alusiva en dirección a Florencia, destino codiciado por la princesa, pero también una invitación para que la ciudad salga del pasado y se encuentre con la modernidad.

Un suntuoso palacio fuera de las murallas de Lucca, pero merece la pena alejarse un poco más.
El parque restaurado de Villa Reale de Marlia fue la sede de la corte de Elisa en tiempos del principado. En 1806, Elisa Baciocchi Bonaparte compró la villa de campo de los Orsetti en Marlia (Capannori) e hizo transformar los jardines y la villa en su residencia real de verano. Una importante restauración ha devuelto a la Villa y al parque su nuevo esplendor. Los florecimientos que suceden durante toda la estación cálida, el amarillo y naranja de las hojas otoñales reflejadas en el lago... cada momento es el mejor para pasear por los senderos del parque. A esto se añade la posibilidad de visitar el interior de la villa, el Palacio del Reloj, con sus grandes casas de muñecas, y el Ninfeo más antiguo de la zona de Lucca.

Todos los años, Villa Reale acoge una grande recreación histórica de la época napoleónica con más de 100 figurantes que provienen de todo el mundo. Un salto al año 1810, cuando Elisa pasó el verano en la villa con un grupo de invitados de talento. Juegos de agua, juegos de cartas, ensayos teatrales, cuadros vivientes y numerosos entretenimientos.