Un viaje para descubrir el vino en Casentino

Casi fantástico, pero realizado con criterios enteramente científicos, la recuperación y reproducción del vino del siglo XIII de los monjes benedictinos de Camaldoli, que combinaban la oración y la meditación con diversas actividades, entre ellas la agricultura. Los investigadores de Crea, centro especializado en la conservación, caracterización y valorización de las variedades de uva, hace muy pocos años han recreado el producto gracias a la identificación y recuperación de 21 variedades autóctonas, todavía presentes en pequeños viñedos seculares  de Casentino.

Actualmente, casi mil años después, dos variedades presentan características más específicas y se han difundido más allá de las fronteras del valle: Morellone de Casentino, un pariente cercano de Sangiovese, que se remonta a otras zonas de Toscana bajo el nombre de Casentino; y Moscato o Moscatello di Subbiano, introducido a principios del siglo XX, luego fue abandonado y casi desaparecido, ahora nuevamente se conserva para producir vinos de postre. Hoy, el panorama vitivinícola de esta micro-región de casi 830 kilómetros cuadrados, con una altitud variable entre 260 y 1650 metros sobre el nivel del mar, poco conocida por su vino, está agradablemente atravesado por un brío creativo que no ha menoscabado en modo alguno los carácteres peculiares de la comunidad agrícola productiva. Por el contrario, ha ocurrido que las innovaciones y las importaciones se han estructurado gradualmente como enriquecimientos y variaciones sobre el tema del patrimonio enológico del territorio. De esta forma, junto a la ortodoxia y la fidelidad filológica de Poggiotondo, definido como el baluarte de Sangiovese en Casentino, y de Ornina, para cuyos vinos se utiliza toda la variedad de las cepas más típicas de Toscana (además de Sangiovese, Canaiolo, Cilegiolo, Pugnitello...), Malvasia negra e blanca, Trebbiano). Aquí encontramos algunos vinateros que se han atrevido a romper con los vínculos de la tradición, han experimentado y logrado encontrar en estos lugares suelos fértiles y condiciones microclimáticas adecuadas para cultivar la vid y producir "otros" vinos. 

Este es el caso del Podere de la Civettaja y su famosísimo Pinot Nero, uno de los primeros en Toscana en ser el precursor de quienes más tarde se reunieron en la Asociación Apenino Toscano - Vinateros de Pinot Nero, de Syrah del Podere Bellosguardo, el Merlot de Casina d'Agna. Pero también de Arbostine, cultivado y preservado de la desaparición por el enólogo Federico Staderini, en su empresa "Cuna" donde cultiva también el Pinot Nero.

En resumen, diferentes vinos que tienen en común sólo la zona de producción, excelente madre de hijos diferentes; y que encuentran síntesis de presentación en esa ocasión festiva de encuentro y de promoción que se ha convertido en la feria del Sabor de Guidi, que se realiza cada año en Poppi en la segunda quincena de agosto. Los tres días de la fiesta dedicada a los antiguos Condes Guidi, señores de Poppi y de gran parte del Casentino en la época medieval, además de revitalizar la antigua tradición de "vino bermejo" de las colinas de Casentino que se remonta al 1400 y cuenta con citas y elogios de Maquiavelo, Lorenzo el Magnífico, Andrea Bacci - "los lugares de Casentino son conocidos por sus vinos y otras prerrogativas" - marca la vitalidad de un grupo de vinateros del territorio que ha logrado recuperar el futuro de un sector que no ha tenido la misma fortuna y notoriedad que aquellos de otras zonas de Toscana.