Entre naturaleza, mar y sabores para volver a encontrarse a sí mismo
Imagina una escapada a una isla en el mar de Toscana, donde podrás dejarte llevar por las sensaciones, los aromas y los colores del Mediterráneo para regenerarte en contacto con la naturaleza. Todo esto es la Isla Capraia, que siempre ha sido destino y cruce de rutas entre el Alto Tirreno y el Mar de Liguria.
En primavera y otoño, esta isla se convierte en un refugio seguro donde poderse encontrar a sí mismo con la naturaleza, lejos de los ritmos frenéticos de la vida cotidiana.
Descúbrete como isleño y ven con nosotros a vivir una experiencia única de 4 días.
El viaje comienza en el Puerto Medici de Livorno, donde te embarcarás en la travesía que te llevará a la isla. Se dice que Capraia es amada u odiada, y que muchos amores han surgido apenas subidos al ferry, con los ojos puestos en el escollo. Si ya la conoces, sabes por qué.
Dedica el primer día a descubrir la parte habitada de la isla, la bahía del puerto, con el puerto deportivo y el pueblo, familiarizándote con la comunidad isleña, sus ritmos y costumbres peculiares. Es inevitable dar un paseo por el puerto: una franja de casas de colores pastel se asoma al muelle de la Marina di Capraia y los barcos, amarrados frente a las mesas de los bares y restaurantes, contribuyen al animado ambiente del puerto, que es el corazón palpitante de la isla.
El pueblo está enclavado a los pies de la Fortaleza San Giorgio: aquí se habla un poco de "corso", un poco de ligur y un poco de toscano. Explora las caruggi del pueblo, las típicas callejuelas estrechas. Por todas partes encontrará huellas de la historia de una isla fronteriza: dentro y fuera de las casas típicas de Capri, en la Torre maciza, hoy biblioteca pública, y en la Iglesia San Antonio, del Siglo XVII, donde podrás visitar la exposición arqueológica "El retorno del guerrero".
Ya sea que prefieras terminar el día disfrutando de un aperitivo en el muelle del puerto, o paseando por la ciudad, detrás del Fraile o abajo en la Cala, mirando al mar, la isla te apoyará, te recargará, te devolverá la vida y el tiempo.
El viaje comienza en el Puerto Medici de Livorno, donde te embarcarás en la travesía que te llevará a la isla. Se dice que Capraia es amada u odiada, y que muchos amores han surgido apenas subidos al ferry, con los ojos puestos en el escollo. Si ya la conoces, sabes por qué.
Dedica el primer día a descubrir la parte habitada de la isla, la bahía del puerto, con el puerto deportivo y el pueblo, familiarizándote con la comunidad isleña, sus ritmos y costumbres peculiares. Es inevitable dar un paseo por el puerto: una franja de casas de colores pastel se asoma al muelle de la Marina di Capraia y los barcos, amarrados frente a las mesas de los bares y restaurantes, contribuyen al animado ambiente del puerto, que es el corazón palpitante de la isla.
El pueblo está enclavado a los pies de la Fortaleza San Giorgio: aquí se habla un poco de "corso", un poco de ligur y un poco de toscano. Explora las caruggi del pueblo, las típicas callejuelas estrechas. Por todas partes encontrará huellas de la historia de una isla fronteriza: dentro y fuera de las casas típicas de Capri, en la Torre maciza, hoy biblioteca pública, y en la Iglesia San Antonio, del Siglo XVII, donde podrás visitar la exposición arqueológica "El retorno del guerrero".
Ya sea que prefieras terminar el día disfrutando de un aperitivo en el muelle del puerto, o paseando por la ciudad, detrás del Fraile o abajo en la Cala, mirando al mar, la isla te apoyará, te recargará, te devolverá la vida y el tiempo.
El segundo día se dedica por completo a descubrir la naturaleza incontaminada de la isla.
Salir al amanecer, con botella de agua, prismáticos, provisiones y cámara fotográfica. Cálzate con botas de montaña y toda la ropa de camuflaje posible para no molestar a la naturaleza. Recorre el camino de herradura hacia el mar occidental: encuentra tu paso y sigue el curso de los sentidos.
El itinerario Lago/Montaña Le Penne/ex Colonia Penal es un recorrido circular lleno de maravillas, con una naturaleza generosa y salvaje. Te dirán que se tarda 5 horas en recorrerlo, pero tu, tómate el tiempo que necesites. Encontrarás valles cubiertos de matorrales y vistas impresionantes, perfumes embriagadores de estepas, mirtos y lentiscos, aromas que impregnarán tu ropa: tu mismo perfumarás a la isla durante un rato. Disfruta de los silencios, de los juegos de luz en el canal de Córcega y de las sombras de las nubes que desfilan por las montañas.
Llegarás a una especie de puerta de piedra, un pasaje hacia el norte, que te permitirá entrar en un paisaje diferente: espectaculares terrazas, estanques de piedra y manantiales, hileras de vides que trepan por las laderas y edificios multiformes, antaño pertenecían a la colonia penal hoy tierras agrícolas que están renaciendo gracias a apasionados agricultores.
Desde aquí puedes regresar o continuar hacia el norte, hasta la Punta Dattero, y admirar la puesta de sol en Capo Corso. Cuando anochezca y el cielo se llene de estrellas, bajarás al puerto llevándote el recuerdo de un día intenso y satisfactorio.
El segundo día se dedica por completo a descubrir la naturaleza incontaminada de la isla.
Salir al amanecer, con botella de agua, prismáticos, provisiones y cámara fotográfica. Cálzate con botas de montaña y toda la ropa de camuflaje posible para no molestar a la naturaleza. Recorre el camino de herradura hacia el mar occidental: encuentra tu paso y sigue el curso de los sentidos.
El itinerario Lago/Montaña Le Penne/ex Colonia Penal es un recorrido circular lleno de maravillas, con una naturaleza generosa y salvaje. Te dirán que se tarda 5 horas en recorrerlo, pero tu, tómate el tiempo que necesites. Encontrarás valles cubiertos de matorrales y vistas impresionantes, perfumes embriagadores de estepas, mirtos y lentiscos, aromas que impregnarán tu ropa: tu mismo perfumarás a la isla durante un rato. Disfruta de los silencios, de los juegos de luz en el canal de Córcega y de las sombras de las nubes que desfilan por las montañas.
Llegarás a una especie de puerta de piedra, un pasaje hacia el norte, que te permitirá entrar en un paisaje diferente: espectaculares terrazas, estanques de piedra y manantiales, hileras de vides que trepan por las laderas y edificios multiformes, antaño pertenecían a la colonia penal hoy tierras agrícolas que están renaciendo gracias a apasionados agricultores.
Desde aquí puedes regresar o continuar hacia el norte, hasta la Punta Dattero, y admirar la puesta de sol en Capo Corso. Cuando anochezca y el cielo se llene de estrellas, bajarás al puerto llevándote el recuerdo de un día intenso y satisfactorio.
El mar de Capraia es un universo para descubrir. Es él quien hace de este escollo pelágico un cofre de tesoros, una riqueza tutelada por el Área Marina Protegida, que se debe conservar para las generaciones futuras.
En Capraia el mar es alternativo: hay que conquistarlo bajando a las calas de escollos y de guijarros, cerca del puerto o debajo del Pueblo, y dándose un baño a lo largo de Miglio Blu. Pero si realmente quieres experimentarlo, tienes que salir en barco. Puedes utilizar tu propia embarcación, alquilar una o pedir a los isleños que te lleven. De hecho, los operadores locales y el Parque Nacional ofrecen una gran variedad de propuestas: desde la clásica vuelta alrededor de la isla con paradas para nadar, hasta salir en un bote inflable; con la luz de la mañana que ilumina Cala Rossa o al atardecer, con un chapuzón en las grutas del oeste, quizás disfrutando de un aperitivo mientras el sol se pone sobre el mar.
O puedes ir a observar el mar con un guía del parque y unos prismáticos apuntando al vuelo de raras aves marinas y majestuosas rapaces. Te sentirás un poco como Julio Verne, descubriendo la geología de la isla, hija del volcán: la costa es un tratado de bellezas geológicas que nunca aburren por sus formas y colores. Por último, podrás disfrutar del esnórquel y el submarinismo en las aguas azules, celestes y turquesas entre criaturas acuáticas que no tienen nada que envidiar a los exóticos arrecifes de coral.
En Capraia el mar es empático y dirá cosas sobre ti que quizás no sabías. Pretende una cosa solamente sin concesiones: respeto.
El mar de Capraia es un universo para descubrir. Es él quien hace de este escollo pelágico un cofre de tesoros, una riqueza tutelada por el Área Marina Protegida, que se debe conservar para las generaciones futuras.
En Capraia el mar es alternativo: hay que conquistarlo bajando a las calas de escollos y de guijarros, cerca del puerto o debajo del Pueblo, y dándose un baño a lo largo de Miglio Blu. Pero si realmente quieres experimentarlo, tienes que salir en barco. Puedes utilizar tu propia embarcación, alquilar una o pedir a los isleños que te lleven. De hecho, los operadores locales y el Parque Nacional ofrecen una gran variedad de propuestas: desde la clásica vuelta alrededor de la isla con paradas para nadar, hasta salir en un bote inflable; con la luz de la mañana que ilumina Cala Rossa o al atardecer, con un chapuzón en las grutas del oeste, quizás disfrutando de un aperitivo mientras el sol se pone sobre el mar.
O puedes ir a observar el mar con un guía del parque y unos prismáticos apuntando al vuelo de raras aves marinas y majestuosas rapaces. Te sentirás un poco como Julio Verne, descubriendo la geología de la isla, hija del volcán: la costa es un tratado de bellezas geológicas que nunca aburren por sus formas y colores. Por último, podrás disfrutar del esnórquel y el submarinismo en las aguas azules, celestes y turquesas entre criaturas acuáticas que no tienen nada que envidiar a los exóticos arrecifes de coral.
En Capraia el mar es empático y dirá cosas sobre ti que quizás no sabías. Pretende una cosa solamente sin concesiones: respeto.
El último día de nuestro viaje regenerador a Capraia está dedicado al descubrimiento de los sabores. En el pueblo, en el puerto o directamente en las granjas: hay muchas oportunidades para "gustar" la isla.
El vino, la miel, el queso de cabra, el pescado de la cría en alta mar, han recibido importantes reconocimientos y ganado premios internacionales como productos de excelencia. Sin olvidar la famosa Feria del Calamar (finales de octubre-principios de noviembre), creada como una oportunidad para que los isleños se relacionen en torno a una antigua costumbre local, resumida en el lema "¡Vamos por los Calamares!"
Puedes pasear a los pies de la Fortaleza y en las Tigghielle, a las afueras del pueblo, y descubrir el mundo de los Palmenti: cubetas excavadas en la piedra que se utilizaban para pisar las uvas desde la antigüedad. Capraia tiene un número tan grande de Palmenti que sugiere una época pasada de la isla como bodega social en medio del mar, donde los barcos de la costa y de otras islas atracaban para repostar su más preciado y exquisito néctar de uva. El vino, blanco, tinto o rosado, desprende los aromas únicos de la tierra de mar volcánica: regálate una cata en las bodegas de la isla.
También puedes participar en un Senderismo del Km 0 con los paseos guiados organizados por el Parque Nacional: degustarás quesos frescos y maduros entre hojas de mirto o helicriso, y luego hortalizas de calidad entre antiguas terrazas, la dulzura de la miel de las laboriosas abejas y descubrirás los usos alimentarios de las plantas de la isla, utilizadas para hacer licores, cervezas, sales aromáticas, mermeladas, jarabes y biscotes.
Prueba todo y créenos: ¡no sabrás decir qué es lo que más te ha gustado!
El último día de nuestro viaje regenerador a Capraia está dedicado al descubrimiento de los sabores. En el pueblo, en el puerto o directamente en las granjas: hay muchas oportunidades para "gustar" la isla.
El vino, la miel, el queso de cabra, el pescado de la cría en alta mar, han recibido importantes reconocimientos y ganado premios internacionales como productos de excelencia. Sin olvidar la famosa Feria del Calamar (finales de octubre-principios de noviembre), creada como una oportunidad para que los isleños se relacionen en torno a una antigua costumbre local, resumida en el lema "¡Vamos por los Calamares!"
Puedes pasear a los pies de la Fortaleza y en las Tigghielle, a las afueras del pueblo, y descubrir el mundo de los Palmenti: cubetas excavadas en la piedra que se utilizaban para pisar las uvas desde la antigüedad. Capraia tiene un número tan grande de Palmenti que sugiere una época pasada de la isla como bodega social en medio del mar, donde los barcos de la costa y de otras islas atracaban para repostar su más preciado y exquisito néctar de uva. El vino, blanco, tinto o rosado, desprende los aromas únicos de la tierra de mar volcánica: regálate una cata en las bodegas de la isla.
También puedes participar en un Senderismo del Km 0 con los paseos guiados organizados por el Parque Nacional: degustarás quesos frescos y maduros entre hojas de mirto o helicriso, y luego hortalizas de calidad entre antiguas terrazas, la dulzura de la miel de las laboriosas abejas y descubrirás los usos alimentarios de las plantas de la isla, utilizadas para hacer licores, cervezas, sales aromáticas, mermeladas, jarabes y biscotes.
Prueba todo y créenos: ¡no sabrás decir qué es lo que más te ha gustado!