Desde Pienza hasta Radicofani
Colinas suaves y sinuosas, cipreses solitarios esparcidos entre las cumbres, caminos blancos que se pierden en el horizonte. Este es el Valle de Orcia, para visitar en cinco días a un ritmo lento de caminata. Los itinerarios propuestos son fáciles, sin dificultades técnicas, con desniveles realmente mínimos, y todos incluyen visitas a los centros históricos de San Quirico d'Orcia, Montalcino, Pienza, Castiglione d'Orcia y Radicofani, que junto con el Parque Artístico Natural y Cultural del Valle de Orcia, tienen siempre como objetivo salvaguardar el inmenso patrimonio histórico y medioambiental de la zona al sur de Siena y promocionar sus productos típicos.
Es imposible permanecer indiferente ante un paisaje como este. Rico en colores y atmósferas, perfumes y sabores, el Valle de Orcia siempre ha seducido a sus visitantes. En un rompecabezas de arte, historia y naturaleza, se puede organizar unas vacaciones bajo el signo de la autenticidad. En la feliz relación entre agricultura y medio ambiente, en el Valle de Orcia se salvaguardan y promocionan productos de alta calidad como el aceite, el vino, el queso pecorino, el azafrán y la miel. En uno de los escenarios naturales mejor conservados de Toscana, los turistas también recorren itinerarios históricos como la Vía Cassia y la Vía Francígena, esta última recorrida a lo largo de los siglos por peregrinos que, inspirados por fuertes motivaciones espirituales, se dirigían hacia el centro de la cristiandad para rendir homenaje a la tumba de San Pedro.
En uno de los entornos naturales mejor conservados de Toscana, el día puede comenzar con una visita a Pienza. El lugar más preciada de la ciudad ideal deseada por el grande humanista Silvio Piccolomini, inspirado en los principios arquitectónicos de Leon Battista Alberti, es la Plaza Pio II, coronada por el Palacio Piccolomini, la Catedral de la Asunción y el hermoso pozo de formas estrictamente renacentistas. Un conjunto armonioso y bien proporcionado, ésta es la impresión que se tiene al pasear por las calles del pueblo en la cima de la colina. Desde la puerta Norte comienza un agradable paseo: se atraviesa la silenciosa y reposada campiña de Vitaleta por el camino de tierra que lleva desde Pienza hasta San Quirico d'Orcia.
Un breve desvío permite admirar uno de los símbolos más famosos del Valle de Orcia: la colina de la solitaria Capilla Madonna de Vitaleta, con su belleza indescriptible. Desde la iglesia de origen renacentista tardío, se sigue la marcha en un paisaje lleno de espigas de trigo y hogar por excelencia del queso pecorino y del azafrán. En correspondencia con la finca Commenda, abandona la carretera y sigue una pista a la izquierda que se dirige hacia una zanja, paralela a la calzada asfaltada que se mantiene a la derecha, para volver a incorporarse a un nuevo camino de tierra que sube hacia la colina de Pienza. Desde el pueblo, la vista se extiende sobre la colinas donde pastan los rebaños, que son el origen del famoso pecorino de Pienza y de quesos frescos como el "raveggiolo» y el "marzolino".
En uno de los entornos naturales mejor conservados de Toscana, el día puede comenzar con una visita a Pienza. El lugar más preciada de la ciudad ideal deseada por el grande humanista Silvio Piccolomini, inspirado en los principios arquitectónicos de Leon Battista Alberti, es la Plaza Pio II, coronada por el Palacio Piccolomini, la Catedral de la Asunción y el hermoso pozo de formas estrictamente renacentistas. Un conjunto armonioso y bien proporcionado, ésta es la impresión que se tiene al pasear por las calles del pueblo en la cima de la colina. Desde la puerta Norte comienza un agradable paseo: se atraviesa la silenciosa y reposada campiña de Vitaleta por el camino de tierra que lleva desde Pienza hasta San Quirico d'Orcia.
Un breve desvío permite admirar uno de los símbolos más famosos del Valle de Orcia: la colina de la solitaria Capilla Madonna de Vitaleta, con su belleza indescriptible. Desde la iglesia de origen renacentista tardío, se sigue la marcha en un paisaje lleno de espigas de trigo y hogar por excelencia del queso pecorino y del azafrán. En correspondencia con la finca Commenda, abandona la carretera y sigue una pista a la izquierda que se dirige hacia una zanja, paralela a la calzada asfaltada que se mantiene a la derecha, para volver a incorporarse a un nuevo camino de tierra que sube hacia la colina de Pienza. Desde el pueblo, la vista se extiende sobre la colinas donde pastan los rebaños, que son el origen del famoso pecorino de Pienza y de quesos frescos como el "raveggiolo» y el "marzolino".
Una jornada que, además de la fascinación de la naturaleza, incluye motivos de interés histórico, artístico y monumental. ¡El exordio es uno de los mejores! En Bagno Vignoni, la antigua piscina medieval desprende vapores en las frías noches de invierno. Las aguas termales eran conocidas y apreciadas por los Etruscos y, sobre todo, por los romanos, y fue aquí donde Lorenzo el Magnífico trató de aliviar el dolor de la gota. El estanque, de 49 por 29 metros, se encuentra en el centro de la plaza, delimitado en tres de sus lados por un un recinto amurallado de metro y medio de altura; en el cuarto lado se encuentra la Logia de Santa Catalina.
Desde el pequeño pueblo, que conserva su estructura original del Siglo XIV, un camino blanco sube hasta el pueblo de Vignoni y su castillo. El espíritu del lugar deja fascinados a los visitantes de estas antiguas murallas: es difícil apartar la mirada de la escenográfica puerta "que mira al valle". Continuando a subir, se cruza el camino blanco proveniente de San Quirico d'Orcia, que se toma a la izquierda. Las piedras de una capilla desacralizada anticipan aquellas mucho más imponentes del castillo privado de Ripa d'Orcia, transformado en una confortable residencia de campo tras una cuidadosa restauración. La posición es dominante, el panorama único: abajo se puede ver el caudal del río Orcia en sus gargantas.
Un sendero del CAI (Club Alpino Italiano) permite llegar hasta el torrente, para después subir hasta el pueblo fortificado de Rocca d'Orcia, que acogió a Catalina de Siena ("Dios me puso en la fortaleza y en todos lados todos los vientos la golpeaban"). Tras admirar la grande cisterna poligonal de la plaza central, la etapa sucesiva es la cercana Rocca di Castiglione d'Orcia, un balcón panorámico sobre el valle. Desde el pueblo natal de Lorenzo di Pietro, artista de la escuela sienesa del Siglo XV, se desciende por un sendero que cierra el itinerario circular excursionista de Bagno Vignoni.
Una jornada que, además de la fascinación de la naturaleza, incluye motivos de interés histórico, artístico y monumental. ¡El exordio es uno de los mejores! En Bagno Vignoni, la antigua piscina medieval desprende vapores en las frías noches de invierno. Las aguas termales eran conocidas y apreciadas por los Etruscos y, sobre todo, por los romanos, y fue aquí donde Lorenzo el Magnífico trató de aliviar el dolor de la gota. El estanque, de 49 por 29 metros, se encuentra en el centro de la plaza, delimitado en tres de sus lados por un un recinto amurallado de metro y medio de altura; en el cuarto lado se encuentra la Logia de Santa Catalina.
Desde el pequeño pueblo, que conserva su estructura original del Siglo XIV, un camino blanco sube hasta el pueblo de Vignoni y su castillo. El espíritu del lugar deja fascinados a los visitantes de estas antiguas murallas: es difícil apartar la mirada de la escenográfica puerta "que mira al valle". Continuando a subir, se cruza el camino blanco proveniente de San Quirico d'Orcia, que se toma a la izquierda. Las piedras de una capilla desacralizada anticipan aquellas mucho más imponentes del castillo privado de Ripa d'Orcia, transformado en una confortable residencia de campo tras una cuidadosa restauración. La posición es dominante, el panorama único: abajo se puede ver el caudal del río Orcia en sus gargantas.
Un sendero del CAI (Club Alpino Italiano) permite llegar hasta el torrente, para después subir hasta el pueblo fortificado de Rocca d'Orcia, que acogió a Catalina de Siena ("Dios me puso en la fortaleza y en todos lados todos los vientos la golpeaban"). Tras admirar la grande cisterna poligonal de la plaza central, la etapa sucesiva es la cercana Rocca di Castiglione d'Orcia, un balcón panorámico sobre el valle. Desde el pueblo natal de Lorenzo di Pietro, artista de la escuela sienesa del Siglo XV, se desciende por un sendero que cierra el itinerario circular excursionista de Bagno Vignoni.
San Quirico d'Orcia es uno de los centros históricos mejor conservados del valle. El recinto amurallado encierra monumentos de grande valor, como las casas medievales, la Puerta de los Capuchinos, el Palacio Chigi, el Palacio Pretoriano , los Jardines Leonini y la Colegiata. Esta última representa la joya más preciada de la ciudad y conserva soberbios portales con esculturas y bajorrelieves románicos del gran escultor Giovanni Pisano.
El panorama a su alrededor se caracteriza por sus suaves colinas arcillosas, el horizonte se abre hacia hileras de cipreses, granjas, viñedos y olivares y campos cultivados. Ha llegado, pues, el momento de caminar hacia esta hermosa acuarela pintada por el hombre y la naturaleza. Desde la Colegiata de los Santos Quirico y Giulitta, tomamos la carretera hacia Riguardo, tras una escalinata pasamos bajo un paso elevado; ahora la carretera toma la forma del típico camino blanco que se adentra en el paisaje rural.
En una bifurcación, cerca de una granja abandonada, manteniendo la derecha, la pista principal llega a una zona boscosa, se sigue el camino de la izquierda cuesta abajo, una vez que se pasa el bosque, se deja una pequeña cuenca de agua a la derecha para convergir en la pequeña carretera que conduce a unos edificios agrícolas a la derecha.
La etapa sucesiva es una de las más fotografiadas de Val d'Orcia: los colores se pueden apreciar en el paisaje sienés, una pinacoteca natural donde la armonía de las diferentes tonalidades y juegos de luz de las colinas se revelan a través de ángulos siempre diferentes. Guiados por los propios pasos, se pasa junto a un círculo de cipreses, pero a poca distancia, en la localidad "I Triboli", en una loma que domina desde el sur un tramo de la Vía Cassia, los "cipreses de San Quirico d'Orcia" posan para los fotógrafos. Es una de las imágenes más reproducidas en el mundo.
Un paso subterráneo permite cruzar la Vía Cassia y continuar en dirección a la localidad Bellaria: el camino de tierra se une a la carretera provincial nº 71, que se abandona inmediatamente, girando a la derecha en las casas de la aldea. Para volver a San Quirico d'Orcia, continúa hacia el sureste hasta llegar a la carretera provincial nº 14.
San Quirico d'Orcia es uno de los centros históricos mejor conservados del valle. El recinto amurallado encierra monumentos de grande valor, como las casas medievales, la Puerta de los Capuchinos, el Palacio Chigi, el Palacio Pretoriano , los Jardines Leonini y la Colegiata. Esta última representa la joya más preciada de la ciudad y conserva soberbios portales con esculturas y bajorrelieves románicos del gran escultor Giovanni Pisano.
El panorama a su alrededor se caracteriza por sus suaves colinas arcillosas, el horizonte se abre hacia hileras de cipreses, granjas, viñedos y olivares y campos cultivados. Ha llegado, pues, el momento de caminar hacia esta hermosa acuarela pintada por el hombre y la naturaleza. Desde la Colegiata de los Santos Quirico y Giulitta, tomamos la carretera hacia Riguardo, tras una escalinata pasamos bajo un paso elevado; ahora la carretera toma la forma del típico camino blanco que se adentra en el paisaje rural.
En una bifurcación, cerca de una granja abandonada, manteniendo la derecha, la pista principal llega a una zona boscosa, se sigue el camino de la izquierda cuesta abajo, una vez que se pasa el bosque, se deja una pequeña cuenca de agua a la derecha para convergir en la pequeña carretera que conduce a unos edificios agrícolas a la derecha.
La etapa sucesiva es una de las más fotografiadas de Val d'Orcia: los colores se pueden apreciar en el paisaje sienés, una pinacoteca natural donde la armonía de las diferentes tonalidades y juegos de luz de las colinas se revelan a través de ángulos siempre diferentes. Guiados por los propios pasos, se pasa junto a un círculo de cipreses, pero a poca distancia, en la localidad "I Triboli", en una loma que domina desde el sur un tramo de la Vía Cassia, los "cipreses de San Quirico d'Orcia" posan para los fotógrafos. Es una de las imágenes más reproducidas en el mundo.
Un paso subterráneo permite cruzar la Vía Cassia y continuar en dirección a la localidad Bellaria: el camino de tierra se une a la carretera provincial nº 71, que se abandona inmediatamente, girando a la derecha en las casas de la aldea. Para volver a San Quirico d'Orcia, continúa hacia el sureste hasta llegar a la carretera provincial nº 14.
El vino más famoso de Italia, el Brunello de Montalcino, casi eclipsa los monumentos históricos del último bastión republicano de Siena, que se alza sobre una colina cubierta de olivares y viñedos. Sin embargo, Montalcino alberga numerosos tesoros artísticos y monumentales: la imponente Fortaleza Senese, el Palacio de los Priores y la cercana Logia gótica, las Iglesias Sant'Egidio y Sant'Agostino, y los Museos Reunidos.
Tras visitar el núcleo amurallado medieval y la Fortaleza, recorremos la corta distancia (10 kilómetros) que separa Montalcino de la espléndida Abadía de Sant'Antimo, una obra maestra del románico fundada posiblemente por Carlomagno en tiempos del Sacro Imperio Romano (Siglo IX).
En un prado entre olivos seculares, con el escenario de una loma boscosa, comienza la excursión a pie, no sin antes visitar el conjunto monástico de los Olivetanos: los maravillosos juegos de luces de la nave central de la iglesia, la capilla carolingia, la cripta, la logia superior, la farmacia monástica y el huerto de San Benito. El sendero se aleja de uno de los templos benedictinos más grandes de Italia Central y asciende hacia el antiguo pueblo de Villa a Tolli (532 m), punto de parada de los peregrinos que descendían hacia la abadía.
Entre el amplio paisaje del valle de Sant'Antimo y la majestuosa mole de la Montaña Amiata, el itinerario continúa en sentido antihorario hacia Ventolaio -un desvío sube a Poggio d'Arna- y luego regresa al punto de partida siempre por caminos blancos. Una atmósfera mística rodea este lugar de paz y silencio.
El vino más famoso de Italia, el Brunello de Montalcino, casi eclipsa los monumentos históricos del último bastión republicano de Siena, que se alza sobre una colina cubierta de olivares y viñedos. Sin embargo, Montalcino alberga numerosos tesoros artísticos y monumentales: la imponente Fortaleza Senese, el Palacio de los Priores y la cercana Logia gótica, las Iglesias Sant'Egidio y Sant'Agostino, y los Museos Reunidos.
Tras visitar el núcleo amurallado medieval y la Fortaleza, recorremos la corta distancia (10 kilómetros) que separa Montalcino de la espléndida Abadía de Sant'Antimo, una obra maestra del románico fundada posiblemente por Carlomagno en tiempos del Sacro Imperio Romano (Siglo IX).
En un prado entre olivos seculares, con el escenario de una loma boscosa, comienza la excursión a pie, no sin antes visitar el conjunto monástico de los Olivetanos: los maravillosos juegos de luces de la nave central de la iglesia, la capilla carolingia, la cripta, la logia superior, la farmacia monástica y el huerto de San Benito. El sendero se aleja de uno de los templos benedictinos más grandes de Italia Central y asciende hacia el antiguo pueblo de Villa a Tolli (532 m), punto de parada de los peregrinos que descendían hacia la abadía.
Entre el amplio paisaje del valle de Sant'Antimo y la majestuosa mole de la Montaña Amiata, el itinerario continúa en sentido antihorario hacia Ventolaio -un desvío sube a Poggio d'Arna- y luego regresa al punto de partida siempre por caminos blancos. Una atmósfera mística rodea este lugar de paz y silencio.
Al sur de Siena, el paisaje está siempre en movimiento: una luz especial en otoño ilumina el ocre de los campos arados y en verano enciende el color dorado de las espigas de trigo. Un panorama tan espléndido se puede admirar desde la cima de la Fortaleza de Radicofani, una importante atracción para los turistas, junto con la fachada del Palacio Pretoriano (con los escudos de armas de travertino de los Podestá sieneses) y las estupendas terracotas realizadas por della Robbia de las Iglesias Sant'Agata y San Pietro Apostolo. Atracciones artísticas que se ganan paso a paso siguiendo caminos de tierra y senderos bien trazados.
Empezamos a caminar desde el cercano pueblo de Celle sul Rigo, desde cuya colina se reconoce perfectamente la austera Fortaleza de Radicofani. El camino sin asfaltar desciende en dirección sureste, avanzando entre los sinuosos barrancos, hasta que un sendero a la derecha alcanza el Rigo, que se bifurca en el caserío La Novella. Ahora el itinerario converge en dos importantes directrices históricas: la Vía Cassia y la Vía Francígena, que paso a paso acompañan al caminante hasta el pie de la colina de Radicofani. Una vez alcanzada la cima del acantilado rocoso y visitado el centro histórico, desandamos un corto tramo del camino de ida y luego seguimos un camino blanco que desciende hacia el valle del Rigo para regresar a Celle.
Al sur de Siena, el paisaje está siempre en movimiento: una luz especial en otoño ilumina el ocre de los campos arados y en verano enciende el color dorado de las espigas de trigo. Un panorama tan espléndido se puede admirar desde la cima de la Fortaleza de Radicofani, una importante atracción para los turistas, junto con la fachada del Palacio Pretoriano (con los escudos de armas de travertino de los Podestá sieneses) y las estupendas terracotas realizadas por della Robbia de las Iglesias Sant'Agata y San Pietro Apostolo. Atracciones artísticas que se ganan paso a paso siguiendo caminos de tierra y senderos bien trazados.
Empezamos a caminar desde el cercano pueblo de Celle sul Rigo, desde cuya colina se reconoce perfectamente la austera Fortaleza de Radicofani. El camino sin asfaltar desciende en dirección sureste, avanzando entre los sinuosos barrancos, hasta que un sendero a la derecha alcanza el Rigo, que se bifurca en el caserío La Novella. Ahora el itinerario converge en dos importantes directrices históricas: la Vía Cassia y la Vía Francígena, que paso a paso acompañan al caminante hasta el pie de la colina de Radicofani. Una vez alcanzada la cima del acantilado rocoso y visitado el centro histórico, desandamos un corto tramo del camino de ida y luego seguimos un camino blanco que desciende hacia el valle del Rigo para regresar a Celle.