Camino de San Jacopo

La primera etapa conecta las dos ciudades más densamente pobladas y urbanizadas de Toscana; discurre principalmente por carreteras asfaltadas pero se ciñe a una tranquila red de carreteras alternativas, evitando el caos de la ciudad, reduciendo al mínimo los suburbios y las zonas industriales y visitando numerosos lugares históricos.
En este tramo, de escasa pendiente ascendente, se suceden tabernáculos, parroquias, antiguas residencias como la Villa de los Medici de Careggi, atisbos de la campiña toscana más clásica, sitios arqueológicos etruscos e industriales y fortificaciones como el Castillo de Calenzano. Un patrimonio artístico e histórico que se suma a aquel ya rico de Florencia y Prato.

Saliendo de Prato, se continúa a lo largo del río Bisenzio y el entorno se vuelve más natural. Una etapa considerada de nivel medio no tanto por su longitud como por la diferencia de altitud, que también implica áreas protegidas como Monteferrato, donde se alcanza el punto más alto a unos 350 mt s.n.m., un balcón natural desde el que ya se puede apreciar la ciudad de Pistoia y su cúpula. Descendiendo hacia el valle, pasamos por la Fuerte de Montemurlo y la plácida campiña de Montale, luego entramos en las murallas de Pistoia, observamos cerca de la Plaza de la Catedral una lápida con el símbolo del Camino de Santiago y llegamos a la Catedral de San Zeno, culminación de la segunda etapa.

El itinerario se vuelve muy variado, atravesando colinas, pueblos, castillos, iglesias románicas y recorriendo senderos y carreteras asfaltadas. Un sube y baja panorámico de pueblos y lomas que hace de este tramo una etapa siempre de nivel medio, pasando por lugares llenos de historia y encanto como la Parroquia de Groppoli y el Castillo de Serravalle, y de relax como las Termas de Montecatini. Subiendo y bajando, se pasa por pueblos fortificados como el llamado pueblo de los cítricos, el encantador Buggiano Castello, Stignano y Uzzano, desde donde se divisa un espléndido panorama de Valdinievole y Pescia.

El recorrido dejando Pescia sigue caracterizándose por relieves, aunque la etapa es fácil, y pronto alcanza el espectacular complejo arquitectónico de Collodi  y Villa Garzoni, el pueblo de Pinocho. Una sucesión de otros pueblos encantadores como Petrognano y Segromigno in Monte, también guardianes de antiguas mansiones de lujo como Villa Mansi, y se llega cerca del río Serchio. Bordeando sus aguas que a veces se tiñen de verde intenso, se llega hasta Lucca y a la Catedral de San Martino, donde se conserva el antiguo y venerado crucifijo de madera del "Santo Rostro".

Incluso a las puertas de Lucca, se abre un maravilloso cuadro rural, formado por villas, aldeas y parroquias. El itinerario, siempre fácil, se mantiene al pie de las colinas y luego asciende por las laderas del Monte Pisano, alternando senderos y carreteras asfaltadas y atravesando recónditos lugares de culto y fortalezas medievales como el Fuerte de Ripafratta, un puesto de avanzada en la frontera entre Pisa y Lucca que hoy es una sugestiva ruina. Entre campos cultivados y canales, se puede admirar el símbolo de Pisa, su torre inclinada. Pasando rápidamente los suburbios, la Plaza de los Milagros se muestra en toda su belleza artística y arquitectónica.

Las dos ciudades marítimas toscanas divididas por la historia y su proverbial rivalidad, unidas por la última y espectacular etapa del Camino de San Jacopo. El más desafiante de todos, sale de la ciudad de Pisa siguiendo el Lungarno y pasando por la Porta a Mare. El itinerario atraviesa la campiña y pasa junto a la Basílica de San Pietro a Grado, excelente ejemplo de arquitectura eclesiástica románica, y después, tras atravesar un agradable pinar, se asoma al mar y ofrece la oportunidad de darse un agradable y regenerador baño. Livorno está allí cerca esperando con todas sus maravillas, desde la Fortaleza de los Medici hasta el barrio Venezia, pero el destino final de la etapa y del paseo es la Iglesia San Jacopo in Acquaviva, un espléndido edificio religioso que se refleja en el mar y desde el que muchos peregrinos, ayer como hoy, partieron de tierra firme para llegar a Santiago de Compostela.